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El caso Olmo, otro ridículo de Laporta, podría instigar una moción de censura

Los hay que se van a dormir viendo Querer’ o Celeste’, series tremendamente recomendables. Otros, cuentan ovejitas. Yo, ultimamente, suelo coger el sueño recordando, mentalmente, las palabras con las que Sala i Martín, el economista de cabecera del presidente del Barça, salvó a su amigo Joan Laporta de hacer el ridículo en la última asamblea de compromisarios, donde se aprobaron, con…

Santo Domingo - Publicado hace

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Los hay que se van a dormir viendo ‘Querer’ o ‘Celeste’, series tremendamente recomendables. Otros, cuentan ovejitas. Yo, ultimamente, suelo coger el sueño recordando, mentalmente, las palabras con las que Sala i Martín, el economista de cabecera del presidente del Barça, salvó a su amigo Joan Laporta de hacer el ridículo en la última asamblea de compromisarios, donde se aprobaron, con una miseria de votos y participación, las cuentas de la última temporada, que tenían un déficit de decenas (los auditores sugirieron centenares) de millones de euros.

«La contabilidad no es una ciencia, es solo un conjunto de normas arbitrarias, a menudo incomprensibles que no siempre refleja la economía del club. A veces, lo que hacen los contables me parece una barbaridad”, eso dijo el profesor agregado, que no catedrático, de la Universidad de Columbia, en NY, EEUU, escondido en un despacho del Auditori 1899. Contemplen la situación actual del Barça y hagan este ejercicio, repitan en voz alta esas dos frases, por favor. “Gallina de piel”, que diría el amigo de todos ellos, Johan Cruyff.

Miren, ayer hubo la tradicional copa de Navidad, en la que Laporta se pegó el pegote (y nunca mejor dicho) de que está tranquilo porque podrá inscribir a Olmo y Pau Víctor. Pero lo que contó y, por descontado, no fue rebatido, ni matizado ni siquiera provocó carcajadas en los muchos periodistas que había allí, es que el primer paso, la primera oportunidad, la primera opción para inscribirlos es demandar, querellarse, llevar a los tribunales a la Liga de Fútbol Profesional.

Joan Laporta, en la comida de Navidad con la prensa / Dani Barbeito

Miren, de verdad, cómo podemos seguir creyéndonos a esta gente. No le dicen la verdad ni al médico. O es que ustedes, señores socios del Barça, no recuerdan que Laporta dijo, en aquella manipulada asamblea, que estaban al caer dos tremendos inversores para Barça Vision, Barça Studios, Bridgeburg Invest o ¡como se llame eso que no da dinero!

Es que no recuerdan que dijo que no estaban en la regla 1:1 porque no les había dado la gana. O no recuerdan que comentó que no habían fichado a Nico Williams porque no habían querido. O es que se han olvidado que allí también aseguró que el regreso al Camp Nou estaba más que hecho. O no recuerdan…o no recuerdan…o no recuerdan.

Miren, han pasado ya casi cuatro años desde que Joan Laporta y su cuñado Alejandro Echevarría fueron elegidos, al unísono, para presidir el ‘mès que un club’. Si usted, querido socio, no sabía que votando a uno, ponía al mando del Barça al otro, peor para usted. Cuatro años, han pasado, exactamente, 1.383 días.

Han pasado ya cuatro años, desde que Joan Laporta y su cuñado Alejandro Echevarría fueron elegidos para dirigir el FCBarcelona y, 1.383 días después, siguen instalados en la madrugada para intentar solucionar todos y cada uno de los problemas que han creado. La excusa de la herencia del pasado, ya no cuela.

Pues bien, cuatro años después, 1.383 días más tarde, el Barça sigue instalado en la madrugada cada vez que debe resolver alguno de los problemas que ha generado. Porque, miren, eso de la herencia del pasado, ya no cuela. Y eso mismo piensan muchos culés, que ya empiezan a meditar una moción de censura por si Laporta&Cia no pueden inscribir a Olmo.

Después de un montón de palancas, después de endeudarse por los próximos 25 años, después de cuatro años de gestión o no gestión, de despilfarro y trilerismo, la mejor, la única, la primera solución para resolver un problema que viene de años (poder inscribir a los jugadores que fichan) es acudir a los tribunales, pleitear, arrastrar el nombre del Barça por el lodazal judicial.

Era solo un brindis

Miren, yo no sé tanto de contabilidad ni de economía como Sala i Martín, aunque ya empiezo a dudar de la maestría populista del ‘Chaquetas’, el economista amigo que acudió al rescate de Laporta, pero si después de 1.383 días todo lo que se le ocurre al club, porque es el club quien da la cara, es acudir a los tribunales, me temo que el Barça tiene un problema más gordo que no poder inscribir a Olmo: está fatalmente gestionado, lo siento. O no.

Repito, no creo, en efecto, que la copa navideña sea el lugar ideal para cuestionar la gestión de Laporta, pero salir de ese piscolabis, llegar a la redacción y ponerse a escribir textos que defienden, que refuerzan, la esperpéntica, inmadura, extravagante, estrafalaria, rara, grotesca y pintoresca decisión que ha tomado el Barça, me parece hacerle el juego a alguien que, simplemente, acaba de invitarte a una copa de cava.

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