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Entrevista con Álex Baena, estrella del Villarreal: «Le envié un mensaje al psicólogo y le dije: ‘Dejo el fútbol'»
Llega aún vestido de futbolista. Y con chanclas de la ducha sobre sus pies. Termina el entrenamiento en la ciudad deportiva del Villarreal y se sienta en un taburete de bar en el palco privado del pequeño estadio que hay en el complejo. No tiene prisa alguna. Ni mira el reloj en casi media de hora que dura la charla en…
Llega aún vestido de futbolista. Y con chanclas de la ducha sobre sus pies. Termina el entrenamiento en la ciudad deportiva del Villarreal y se sienta en un taburete de bar en el palco privado del pequeño estadio que hay en el complejo. No tiene prisa alguna. Ni mira el reloj en casi media de hora que dura la charla en la que hasta llega a emocionarse cuando recuerda sus primeros días en ese lugar, recién llegado Álex Baena de Roquetas de Mar (Almería), su pueblo. Tenía apenas 11 años. Y vino con Sara, su madre. Se emociona también al recordar sus pasajes más oscuros que le hicieron incluso plantearse dejar el fútbol.
¿Cómo fueron sus inicios?
Duros, muy duros. Aunque siempre tuve a mi madre a mi lado. Ella sabía que era mi sueño. Pero cuando llegué aquí era el más pequeño de la residencia. Iba siempre solo al colegio, los demás iban al instituto. Tenía horarios diferentes a todos los demás. Solo los veía en el campo durante el entrenamiento, apenas hora y media, y ya de noche cuando compartíamos habitación. Me veía más solo que nunca en ese primer año. No me cruzaba casi nunca con ellos. Luego, ya mejoró en el segundo año porque tenía a compañeros que eran de la misma edad que yo. Y compartíamos equipo también.
¿No tuvo nunca la tentación de irse?
Pues sí. A mí lo que más costaba era volver aquí después de las Navidades. Pasaba las fiestas en mi pueblo y con mi familia. Era muy feliz. Y luego tenía que volver aquí. En verano era distinto. Estaba tres meses y, al final, se me hacía tan largo que tenía ganas de volver a entrenar y volver a jugar con mis compañeros. En Navidad era todo más distinto. Recuerdo que en uno de esos viajes en el que me dejaron en el parking. Pero yo no me quería bajar del coche. Me tuvo que venir a buscar el entrenador y todo. Yo les decía: ‘No, no me bajo. Me vuelvo para casa, quiero estar con mi familia’. Entre lágrimas y un poco de bronca me sacaron del coche y me dejaron aquí.
Álex Baena entra en el Estadio de La Cerámica de Vila-real. / Villarreal CF
¿Podría imaginar entonces llegar hasta donde ha llegado? Jugador importante en el Villarreal, en Primera División, internacional, campeón de la Eurocopa con la selección, y medalla de oro olímpica en París…
Muchas veces he hablado con mi familia pensando en todo lo que hemos vivido. Si pudiera volver atrás, ¿volvería a dejar todo con 11 años? Ahora es muy fácil decir que sí. Pero no sé si en otra ocasión habría hecho esto, con todo lo mal que lo he pasado, con lo que sufrido yo y lo que ha sufrido mi madre, mi familia. Si alguna vez tengo un hijo y me dice que con 11 años se quiere ir… Pues, lo apoyaría con la experiencia que he tenido, pero no puedo olvidar que lo más fácil fue para mi madre. Se desprendía de un hijo. De un niño de 11 años y dejarlo aquí, solo, sin conocer a nadie. Ni tener cerca tampoco a ninguna persona.
¿Merece la pena?
Yo he perdido, se puede decir, casi toda mi infancia y mi adolescencia. Era duro ver que lo que se hace con 15 o 16 años y yo no podía hacerlo porque al día siguiente tenía partido o entrenamiento. En ese momento no lo entiendes y, a lo mejor, hay gente que decide elegir otro camino y hacer las cosas mal. Al final, lo verdaderamente difícil es escoger el camino correcto y seguirlo. Tienes 11, 12 años. No es tan fácil en esos momentos porque ves a tus amigos salir de fiesta un viernes y no puedes hacerlo. Entonces, y perdón por usar esta palabra, te jode: ‘¿Por qué ellos sí y tú no?’ Pero es lo que debes hacer. O eso crees en esos momentos. Con el tiempo lo acabas entendiendo porque forma parte de tu profesión.
«Yo he perdido, se puede decir, casi toda mi infancia y mi adolescencia. Era duro ver que lo que se hace con 15 o 16 años yo no podía hacerlo porque al día siguiente tenía partido o entrenamiento. Al final, lo verdaderamente difícil es escoger el camino correcto y seguirlo»
Usted se quedaba aquí, pero Sara, su madre, se volvía a Almería, a su casa sola.
Sí, ella es la que peor lo ha pasado. ¡Sin duda! Lo ha pasado mucho peor que yo. Ahora empezamos a hablar un poco más de todo lo que sucedió entonces. En aquellos momentos no me quiso decir nunca nada. Antes, yo era muy pesado porque llamaba a mi madre 15 o 20 veces al día. Y después de cada una de esas llamadas, cuando yo colgaba ella se ponía a llorar. Ahora lo sé. No me lo decía, pero ahora sí que me lo confiesa. Ha sido mucho más duro para ella que para mí.
Y ese niño alcanza la élite.
Esto no se puede ni soñar. Además, en la temporada pasada, el equipo empezó con una mala racha. Y yo, personalmente, tampoco me encontraba bien. Eso me afectó a lo profesional. Si me dicen que acabo ganando la Eurocopa y los Juegos Olímpicos, no me lo podría haber creído. Ni de locos. Ha sido hasta ahora el mejor año de mi vida. Jamás se me olvidará.
El mejor año que viene, curiosamente, de su peor año.
Como ya se sabe aquel encontronazo que tuve me dejó tocado personalmente hasta el punto de que quería dejar el fútbol.
¿De verdad?
Sí. Muchas veces lo hablo con mi psicólogo y recuerdo aquel mensaje que le envié en aquellos momentos. ‘Ya está, lo dejo, no quiero seguir con esto’. Cuando más toqué fondo fue en la Eurocopa sub-21 con la selección. Después de la final, la prensa me criticó mucho y eso fue el detonante final: ‘Lo dejo, no quiero seguir aquí’. Aquellos dos primeros meses de la temporada no tenía ganas de entrenar ni de venir a la ciudad deportiva. Ni de jugar. Ni de nada. Dentro del campo reaccionaba como si me diera igual todo, como si no quisiera seguir jugando, recibí tarjetas…. Entonces, me llegó la convocatoria de la selección incluso cuando peor estaba.
Cubarsí, acompañado por Álex Baena, a su llegada a la concentración. / Pablo Garcia / RFEF / SPO
¿Cómo lo vivió?
Me hizo feliz por una parte, pero tampoco me importaba tanto. No me hizo todo lo feliz que debes estar cuando te llama la selección. Pero sí que significó un punto de inflexión en mi vida y, por supuesto, en mi carrera.
«Aquellos dos primeros meses de la temporada no tenía ganas de entrenar ni de venir a la ciudad deportiva. Ni de jugar. Ni de nada»
¿Por qué?
Porque me dije: ‘A partir de ahora tienes que mejorar. Te están incluso llegando cosas buenas en tu peor momento. ¡No te puedes rendir!’ En ese momento fuimos remontando gracias a la ayuda del psicólogo, de la familia y de los amigos.
¿Cómo lo hizo?
Esa llamada de la selección y el cambio de entrenador hacen que, de repente, vea un poco de luz ahí al fondo. Es todo nuevo. No queda otra que retomar y si no tomamos la decisión que hemos estado hablando durante tantos meses. Ahí salió mi carácter para poder salir de esos momentos tan complicados.
¿Se lo comentó a su madre? ¿Le dijo que dejaba el fútbol?
Claro. Ella es la persona que primero sabe mis cosas más importantes. Sí, se lo dije.
¿Qué le respondió ella?
Pues lo mismo que cuando me pasaba de pequeño. Que si yo decidía eso, pues lo hablábamos con el Villarreal, con el psicólogo y con quien hiciera falta y que ya está. ‘Nos volvemos para Roquetas’, me decía. Pero yo sabía que ella, por dentro, no quería que lo hiciera, aunque me respetó en todo momento. Siempre lo ha hecho. No quería que lo dejase, pero ella ve antes al hijo que al futbolista. Y si yo quería eso, pues ella me iba a apoyar y respetar.
Álex Baena intenta controlar un balón. / Marc Martí Font
Y, de pronto, emerge la figura de un jugador importante. Tal vez todo nace en su cesión al Girona. Acepta irse a Segunda.
Teníamos ofertas de clubs de Primera, algún equipo extranjero y otros de Segunda, que supuestamente podían ascender fácil, la opción de volver a casa para ir al Almería… Había muchas posibilidades.
¿Y por qué se va a Montilivi?
Lo hablamos con mi representante, con la familia y con mis amigos. Todos me habían hablado súper bien del Girona porque, además, todos los jugadores que habían pasado antes por allí habían crecido. Y nos dijimos: ‘P’alante, tengo buen presentimiento’.
¿Hablo antes con Míchel?
Sí, fue él quien me dio ese buen presentimiento. Y el tiempo me dio la razón, porque el Álex Baena de hoy no se puede entender sin lo que viví con el Girona y sin Míchel.
¿Por qué?
Míchel ha sido el entrenador que más me ha marcado en mi carrera. A la hora de entender el juego, de volver a disfrutar, de ser feliz sobre el campo. Eso es lo que más se nota en mi fútbol. Si no disfruto se me ve al instante. Ese año en Montilivi, con toda la gente que conocí, ha sido el que más me ha marcado a nivel personal. Míchel te lleva al límite, límite. Pero entre él y yo nos entendíamos casi sin hablarnos. No teníamos esa necesidad de contar las cosas porque sabía lo que quería. Pero en cuanto al toque, verticalidad y el fútbol que me gusta ha sido el mejor, sin duda. Aún mantengo contacto con él. El otro día, cuando estaba en el hospital, le mandé un mensaje para saber cómo estaba. Le agradezco mucho todo lo que hizo por mí. Me alegro de que esté bien y se haya salvado.
«Míchel ha sido el entrenador que más me ha marcado en mi carrera. A la hora de entender el juego, de volver a disfrutar, de ser feliz sobre el campo. Eso es lo que más se nota en mi fútbol»
Regresa distinto al Villarreal.
Por supuesto. Es un poco lo que me pasó cuando subí al primer equipo. Quería hacerlo todo al momento, tenía ese miedo de que no pudiera quedarme. Al volver, yo me decía: ‘No tengo nada que perder, he demostrado que puedo jugar a este nivel. Si sale mal, siempre me queda la opción del Girona, donde fui feliz’. Lo gestioné mucho mejor, sin tanta presión. Me ayudó aquel año en Montilivi porque cuando salí por vez primera del Villarreal tenía el mismo miedo que sentía cuando era un niño. No conocía a nadie, existía el riego de que no me salieran bien las cosas, entraba en un territorio desconocido. Era como un pequeño trauma que tenía al salir de mi casa porque el Villarreal es mi casa. Pero en Girona ese miedo se me quitó porque aprendí y demostré la capacidad para jugar al más alto nivel.
¿Cómo se quitó todos esos miedos?
Una de las mejores cosas que han pasado en mi vida ha sido estar con mi psicólogo, sin duda. Incluso para gestionar los momentos más felices, no subirte más alto de donde estás porque sino luego la hostia es más grande. Me ha ayudado muchísimo en momentos muy malos. No solo a mí, sino también a mi familia. Por eso digo que hay que cuidar mucho la salud mental. A veces, es más importante que la física. Estoy muy agradecido de tener a personas así a mi lado.
A él recurrió también las pasadas Navidades, cuando recibe una oferta galáctica de Arabia Saudí.
Sí, tuvimos al inicio un pequeño acercamiento. Pero yo dije que no era el momento y pasé del tema. Justo un día, al acabar el entrenamiento, me llaman y me dicen: ‘Tenemos el contrato encima de la mesa, hay que decidir ya”.
Álex Baena festeja un gol besándose el escudo del Villarreal. / Villarreal CF
Era una proposición irrechazable desde el punto de vista económico.
Me pasé todo el día encerrado en casa, pensando en lo que iba a hacer. Llamaba a un amigo, hablaba con mi pareja, charlaba con mi madre, luego con mi ‘repre’: ‘¿Qué hago? ¿La acepto? ¿O me quedo?’ Así estuve viendo los pros y los contras durante horas y horas. Creo que fueron hasta 11 horas haciéndome todas esas preguntas y consultándolas con las personas que están siempre a mi alrededor. Estuve 11 horas pegado al teléfono.
¿Y qué pasó?
Pues que mi corazón y mi cabeza decían más no que sí. Recuerdo que la última llamada la hice al psicólogo y me preguntó: ‘¿Tu corazón que siente?’ Y yo le dije: ‘Más no que sí’. Entonces me replicó: ‘Tienes que hacer caso a tu corazón, a lo que sientas en este momento’.
Y le hizo caso.
Claro. Nada más colgar con el psicólogo llamé directamente a Fernando Roig hijo: ‘No me voy, me quedo’. Nos pusimos contentos todos. Fueron momentos de muchísima tensión y eso que estamos hablando de una cosa buena. Muy buena. El dinero es importante para cuidar a tu familia y a ti. Pero no es tampoco lo más importante dentro del mundo del fútbol.
«Cuando recibí la oferta de Arabia me pasé todo el día encerrado en casa, pensando en lo qué iba a hacer. Estuve 11 horas pegado al teléfono. Y la última llamada la hice con el psicólogo y me preguntó: ‘¿Tu corazón, que siente?’ Y yo le dije: ‘Más no que sí’. Entonces me replicó: ‘Tienes que hacer caso a tu corazón, a lo que sientas en este momento’»
¿Por?
Yo soy muy ambicioso, quiero ganar títulos, el año que viene es el Mundial de Estados Unidos y quiero estar ahí con España. Sé que si me voy a Arabia todo se complicaría un poco más. Sería más difícil y también aspiro a llegar a un club aún más grande que el Villarreal que me pueda aportar esos títulos que estoy buscando. Entre todos, decidí que no.
¿Se irá en junio de su casa?
No lo sé, me gustaría saber qué será de mi dentro de unos meses para estar tranquilo. Pero no lo sé. Siempre he dicho que el Villarreal es mi casa. y si tengo que salir tiene que ser a un equipo más grande que este. Para mí, un club más grande del Villarreal solo son los más importantes del mundo. Nunca me iré de aquí si no es para aspirar a más. Jamás olvidaré que este equipo es mi casa, me lo ha dado todo. Siempre hay que ser agradecido porque José Manuel Llaneza, que en paz descanse, me trató muy bien, y la familia Roig me está tratando súper bien.
¿Cómo quiere salir si es que se da esa posibilidad?
Hay que ser agradecidos en la vida. Si se tiene que salir, debe ser de la mejor manera posible porque mi sueño es retirarme aquí. Mi sueño es terminar dónde empecé. Sería una bonita manera de cerrar el círculo. Sería el plan perfecto.
Álex Baena festeja un triunfo del Villarreal en el Estadio de la Cerámica. / Villarreal CF
Y este domingo se mide con el Barça de Flick
Es el equipo que más me gusta ver. No hay otro equipo más en forma en el mundo. Es el que mejor juega. Es verdad que han tenido ese palo de las semifinales de la Champions, pero es un título muy difícil de conseguir porque el Madrid es un caso aparte en esta competición. Me gusta cómo juegan, cómo atacan, cómo presionan, cómo defienden… Estoy enamorado de Pedri.
«Estoy enamorado de Pedri. Para mí, es el mejor jugador del mundo. Yo le daría el Balón de Oro»
¿Tanto le gusta?
Para mí, Pedri es el mejor jugador del mundo. Desde que lo vi en el primer año en el Barça, y justo cuando coincidimos en un par de entrenamientos en la selección sub-17, me tiene enamorado. Me encanta jugar con él. A Lamine, si no es este año Balon de Oro, lo va ser en el futuro. Dani Olmo es una estrella mundial, Pau Cubarsí… Tienen un equipazo y un entrenador, un súper entrenador, que ha demostrado con trabajo y poniendo a los jugadores físicamente bien que pueden hacer esta temporada que están haciendo. Yo le daría el Balón de Oro a Pedri. Sé que Lamine es un jugador súper desequilibrante y que te cambia partidos, pero en el Barça se nota, y mucho, cuando no está Pedri. Si no está él, todo es distinto porque no le llegarían, además, los balones cómo le llegan, el equipo estaría partido… Cuando no ha jugado este año con el Barça se ha notado una barbaridad.
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