Deportes
Al Real Madrid le basta con su ADN para regalarse una Intercontinental
Cada vez que el Real Madrid juega una final suena ‘Mi Gran Noche’ por defecto. Es la sintonía de cierre de todos sus partidos, aunque a Raphael el patrimonio familiar le hace ser el Atlético. Pero los blancos tienen esa capacidad para apropiarse todo con un argumento elemental como el de la victoria. Es su genética, para lo bueno y para lo malo. La Intercontinental era un título…
Cada vez que el Real Madrid juega una final suena ‘Mi Gran Noche’ por defecto. Es la sintonía de cierre de todos sus partidos, aunque a Raphael el patrimonio familiar le hace ser el Atlético. Pero los blancos tienen esa capacidad para apropiarse todo con un argumento elemental como el de la victoria. Es su genética, para lo bueno y para lo malo. La Intercontinental era un título obligatorio, el segundo de los siete que disputa esta temporada.
Lo consiguió con un tanto colectivo de Mbappé; otro de Rodrygo, líder en la individualidad; y un penalti de cierre para Vinicius. Triunfo sencillo, pero indispensable, que convierte a Ancelotti en el entrenador más laureado en la historia del Real Madrid con 15 copas, una más que Miguel Muñoz. El gestor, el alineador, y los prejuicios que se quieran, pero el único capaz de liderar a un grupo que está diseñado para ganar y, si puede ser por aplastamiento, mejor. Por eso el 2024, con cuatro trofeos, se da por buena. La excelencia es mantener este nivel.
Pachuca, gasolina low cost
Cuesta entender el fútbol moderno cuando retuerce los torneos hasta el punto de la Intercontinental de Qatar. Un partido disputado para reutilizar las instalaciones del Mundial de 2022, donde se enfrenta el campeón de Europa, una condición infinitamente superior frente a la que hay que ganarse el puesto. La realidad de un cuadro asimétrico que puso enfrente a Real Madrid y a Pachuca en una desigualdad de condiciones que el conjunto mexicano quiso reducir al máximo en el inicio de la final.
Cada minuto imbatido se iba a una cuenta de gloria. Ancelotti empezó el baile de aspavientos pronto, como intentando insuflar energía eólica a su equipo. Lo único que le pedía era evitar el inicio perezoso del partido de Vallecas. Cuantos menos deberes pendientes, más energía guardada. A Pachuca le duró la batería un cuarto de hora, en el que dio un par de golpes a Courtois para decirle que está ahí, aunque fuese un ‘sparring’.