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Y, sí, cómo no, volvieron a echar mano de Sala i Martín

Ellos ganan siempre, siempre, aunque pierdan, cada año, en cada ejercicio, millones de euros. También es verdad que los pueblos tienen los dirigentes que se merecen y el pueblo culé está encantado, perdón, encantadísimo con Joan Laporta y su séquito. Tan encantados, animados, ilusionados, felices, contentos, orgullosos y satisfechos de las cuentas del último ejercicio, que el 78% de los socios-compromisarios…

Ellos ganan siempre, siempre, aunque pierdan, cada año, en cada ejercicio, millones de euros. También es verdad que los pueblos tienen los dirigentes que se merecen y el pueblo culé está encantado, perdón, encantadísimo con Joan Laporta y su séquito. Tan encantados, animados, ilusionados, felices, contentos, orgullosos y satisfechos de las cuentas del último ejercicio, que el 78% de los socios-compromisarios que votaron las aprobaron a ciegas.

Votaron 527, una de las participaciones más bajas de la historia, y 412 dijeron que ‘palante’. Es decir, las cuentas deficitarias 2024-25 fueron aceptadas por el 9% de los socios-compromisarios convocados (4.614) y por el 0,294% de la masa social, que, dicen, ahora es de 140.000.

El señor de Columbia

Papá nos dio, como todos los padres, madres y abuelos, un montón de consejos. ¿El mejor?, sin duda: “Emilio, que nunca te tomen por tonto”. Y, la verdad, no sé si Ferrán Olivé, el tesorero que presentó los números, o Elena Fort, que siguió narrando las glorias del caótico Espai Barça, nos creen tontos a muchos. A todos. Sí sé que Joan Laporta y su amigo del alma, Xavier Sala i Martín, el ‘chaquetas’, el economista profesor de Columbia (NY, EEUU), cree que somos memos del todo, pero del todo.

De la misma manera que el Barça ha tardado un montón de años en reconocer que pagaba al vicepresidente de los árbitros Enriquez Negreira y lo hizo porque lo descubrió SER Catañunya; de la misma manera que han tardado un año en reconocer que fue Goldman Sachs quien escogió a Limak para construir el Espai Barça porque lo descubrió SER Catalunya; de la misma manera que tardaron meses y meses en reconocer que habían enviado una transferencia de un millón de euros equivocada a un banco de Chipre porque lo descubrió SER Catalunya, han tardado un año en inventarse por qué Sala i Martín intervino, el año pasado, en la asamblea de socios-compromisarios, escondido en las oficinas del club, con una exposición que cambió el rumbo de la votación de otro balance deficitario, debido a la pregunta formulada por el señor Capeta i Alsina, socio nº 26.348.

Alguien podría explicarme por qué el Barça tarda años en explicar las cosas y solo lo hace cuando le descubren el truco o alguien lo denuncia. ¿Por qué Sala i Martín no contó, entonces, hace exactamente un año, toda su peripecia para intervenir en la asamblea del pasado año, cuando le descubrieron oculto en las oficinas del club?

De lo contrario, sépanlo, no sean tontos, no hubiesen explicado nada, seguirían en silencio, como jamás hubiesen reconocido lo de Limak, lo de Negreira, lo de la transferencia errónea (o no) a Chipre y como nunca, jamás, a menos que alguien plantee la pregunta o más y más dudas, contarán porque los directivos aceptaron 350.000 euros de un proveedor (ISL) para ayudarles a pagar los intereses del aval o cómo Darren Dein se convirtió, a base de decenas y decenas de millones de euros, en el mago del acuerdo entre Barça y Nike.

Si han llegado hasta aquí, que veo que sí, sabrán que intervenir en la asamblea de socios-compromisarios del FCBarcelona es sumamente difícil y sofisticado. Había que pedir turno antes de las 10.30 horas de la mañana de ayer y te daban una hora de conexión. Y ¡vaya! ¡menuda casualidad!, Sala i Martín ha entrado, como ya lo hizo el año pasado, cuándo ha querido, cuándo lo ha necesitado y minutos después de que interviniera el señor Capeta i Alsina.

Antes de que siga con el relato, que les va a entusiasmar, bueno, ya veo que sí porque siguen leyendo, les diré que Laporta, que dice que nunca miente (es más, lo remarcó en TV-3, en la madrugada del lunes: “El presidente del Barça no debe mentir”), ayer mintió, al menos, dos veces.

Joan Laporta, presidente del FC Barcelona. EFE/Enric Fontcuberta. (BARCELONA)

Joan Laporta, presidente del FC Barcelona, en la asamblea de compromisarios de ayer en Barcelona. / Enric Fontcuberta / (EPA) EFE

La primera se la cuento aquí y ahora. La segunda, la podrán leer al acabar este artículo. La primera es que dijo que la intervención del señor Capeta i Alsina duró 11 minutos (“la del señor Sala i Martín del año pasado fue de ocho minutos, ya ve, usted ha tenido más minutos”) y eso, lo de los 11 minutos no es verdad, el discurso del socio nº 26.348, tremendamente crítico con la gestión del presidente y su séquito, duró, exactamente, 6 minutos 5 segundos.

Pase, pase a la oficina

Seguimos. Sala i Martín, que se ríe de Janeiro, cree que lo que hizo el año pasado (aceptando su relato, que yo no me lo creo, pues me creo un millón de veces más a mi amigo Toni Frieros, extraordinario periodista, no experiodista, como dijo el economista) es normal, muy normal.

Es decir, no puedo entrar desde mi casa, no sé qué ocurre, llamó al club, no me contesta nadie y como quiero intervenir en el conclave (¿debo? ¿me lo han pedido? ¿estaba pactado? ¿no puedo fallarle a Jan? ¿me necesitan?), me acerco a las oficinas, me las abren, están una hora intentándome solucionar el problema (“un cifra equivocada en mi fecha de nacimiento”) y, como el tiempo se les echaba encima, mira, sabes qué, pasa a nuestra oficina, te abrimos un ordenador e intervienes desde aquí. Y así ganó la votación su amigo Laporta.

¡Tremendo! Joan Laporta da por concluida la guerra entre el Congo y Ruanda para justificar su acuerdo millonario con ese tétrico país africano, cuando todo el mundo sabe que esa guerra ni ha terminado y cada día se complica aún más.

Y va el economista, tan campante, tan dicharachero él, tan didáctico (“Emilio, que nunca te tomen por tonto”) y le dice al señor Capeta i Alsina “no siguis préssec, pensa tres segons” y le pregunta “¿qué ganaba yo, qué ganaba Laporta, de qué servía toda esa conspiración?” Pues, muy sencillo, profesor de Columbia, ganabas convencer con su labia y clase magistral de economía domestica que los socios creyesen estar ante las cuentas más limpias de la historia culé y votasen a favor de la junta. Como así ocurrió.

Alguien se imagina a cien socios-compromisarios, varios de 80 años, varios negados para los ordenadores, un montón sin saber las claves, muchos sin wifi en casa, muchos analfabetos informáticos, acudiendo, corriendo o no, viviesen o no al lado del Camp Nou, como dice que vive Sala i Martín, picando a la puerta (cerrada) de las oficinas, haciendo cola y que todos fuesen tratados como el señorito economista: pasen, pasen, desde aquí se conectan ustedes de maravilla, ya verán.

 Sala i Martín insiste en que él no tuvo privilegio alguno. Que va. Que va. Ayer, tampoco. Que va. Que va. Ayer, ni siquiera tuvo que echarle una mano al tesorero para sacar adelante el déficit, ni siquiera eso. Ayer, insisto, intervino porque se acordó ¿no? de que alguien, no solo Toni Frieros, yo también, dudó de él y acertó en denunciar su montaje. Y quiso dejar muy claro que todos somos tontos (“no siguis préssec, Capeta”), menos él. Y que no hizo trampas.

Maria Elena Fort, vicepresidenta del FC Barcelona, en la Asamblea de Compromisarios.

Maria Elena Fort, vicepresidenta del FC Barcelona, en la Asamblea de Compromisarios. / FC Barcelona

Miren, en mi casa, éramos nueve hermanos. Y, cuando se rompía un vaso, siempre se oía una voz que decía “¡yo no he sido!” Y ya sabíamos todos, quién había sido. Y papá compraba media docena más y no pasaba nada. ¿Por qué no contó Sala i Martín hace un año la historia de su fecha de nacimiento equivocada y el trato de favor que recibió? Porque no había historia, porque se la inventó ayer nada más escuchar la ácida crítica del señor Capeta i Alsina.

Como se inventaron lo de los informes que iban a la basura de Negreira, la decisión del banco estadounidense sobre la designación de Limak o el despiste de la transferencia a Chipre. Porque ellos siempre ganan, incluso cuando pierden millones.

PD. Y, ahora, la segunda mentira de ayer de Joan Laporta. La guerra, la terrible, la horrorosa, la sangrienta, guerra entre el Congo y Ruanda ni se ha terminado, ni ha disminuido, como asegura el presidente culé para justificar el acuerdo de patrocinio firmado con ese país tan tétrico, ni tiene visos de que acabe en días, semanas, meses o años. No se puede jugar tan frívolamente con algo que está provocando miles de muertes. Le recomendaría a Gabriel Martínez, nuevo Director de Comunicación del FCBarcelona, que le prepara los discursos a Joan Laporta, bueno, más a Elena Fort que al presidente, que si no me cree llame a Rafael Vilasanjuan, durante 12 años unas de las personas más importantes de Médicos sin Fronteras, que le contará el horror de esa guerra. Vilasanjuan me ha autorizado a facilitar su móvil.

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