Vivir cerca de un campo de fútbol modesto: una oda al romanticismo
El silbato del colegiado se cuela a las 8 de la mañana por las ventanas del piso de Mónica. Es sábado y los niños y niñas van y vienen por el césped vestidos con la equipación del CE Europa mientras los padres miran desde las gradas. Ella se lo mira desde el balcón donde puede ver perfectamente el campo de su…
El silbato del colegiado se cuela a las 8 de la mañana por las ventanas del piso de Mónica. Es sábado y los niños y niñas van y vienen por el césped vestidos con la equipación del CE Europa mientras los padres miran desde las gradas. Ella se lo mira desde el balcón donde puede ver perfectamente el campo de su equipo. Vivir cerca de un estadio puede ser ruidoso y en ocasiones molesto, pero tanto ella como muchos aficionados “no lo cambiarían por nada”.
“Se vive muy tranquilo”, confiesa Mónica. “Es cierto que los días de partido o los fines de semana hay algo más de ambiente en el campo. Te acostumbras a escuchar a la gente celebrando los goles o los silbatos del árbitro. Se vive muy tranquilo, como si vivieras quizá junto a cualquier otra equipación deportiva. No me condiciona nada. Es más positivamente, puesto que, como socia del club, por ejemplo, los días de partidos o que tengo que bajar literalmente desde mi habitación veo todo el campo. Solo tengo que cruzar una calle y ya estoy en la entrada del estadio”, cuenta la aficionada, que afirma que “si me hubieran dado a elegir entre 10 pisos hubiera elegido este”.
El encanto del fútbol base
El fútbol popular tiene eso, que muchos de los vecinos del barrio no solo son aficionados del equipo, sino también forma parte de la vida del club. Dani Delgado es socio del Sant Andreu y vive cerca del Narcís Sala. “En mi caso, agradezco la tranquilidad que transmite el estadio durante el día (y jornada laboral) a la vez que transmite vida cuando todo el fútbol base entrena por las tardes-noches. Escuchar gente antes que el alboroto generado por el tráfico”, confiesa el aficionado, que asegura que encontrar un piso delante del estadio fue un factor positivo a la hora de mudarse. “No lo busqué expresamente pero si lo tuve en cuenta. El piso era una oportunidad buena teniendo en cuenta los precios de alquiler existentes en Barcelona. La orientación también fue clave y el hecho de tener el estadio delante (y no edificios) aseguraba sol todas las mañanas (a la vez que luz natural a la mayor parte del día)”, añade.