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Vale, ganamos el triplete¿y con todo lo demás qué hacemos?

El FCBarcelona de Hansi Flick ha llegado a provocar tal estado de ilusión, ensueño, fantasía, fascinación, delirio, encantamiento que, ya no solo se da por conquistado el triplete (Champions, Liga y Copa), sino que empieza a correr por los pasillos de la nube, por las redes, por los textos y discursos de los tertulianos y adivinos que, incluso, le perdonarían al…

El FCBarcelona de Hansi Flick ha llegado a provocar tal estado de ilusión, ensueño, fantasía, fascinación, delirio, encantamiento que, ya no solo se da por conquistado el triplete (Champions, Liga y Copa), sino que empieza a correr por los pasillos de la nube, por las redes, por los textos y discursos de los tertulianos y adivinos que, incluso, le perdonarían al club, a Joan Laporta, a Deco, a Alejandro Echevarria, al propio Flick y a sus jugadores, algo que ni siquiera ellos, menos los habitantes de la Ciudad Deportiva Joan Gamper, se perdonarían, como sería no ganar ningún título más esta temporada.

Todo está encarrilado (más o menos), todo tiene una pinta estupenda. Todo empieza por el gran duelo de mañana en el Metropolitano, que parece, de momento, la competición que tiene el majestuoso y vistoso Barça de Cubarsí, Pedri y Lamine Yamal más cuesta arriba. Superar, mejorar, un 4-4 no es tarea fácil y menos ante un Atlético que tiene ya como única tabla de salvación jugar, al menos, la final de la Copa del Rey después de recibir dos sonados bofetones a sus aspiraciones.

Hacía mucho tiempo que el barcelonismo y los barcelonistas, sean simpatizantes, seguidores, socios o abonados, no se sentían tan orgullosos de su equipo, del atractivo fútbol que practica, tremendamente ofensivo y de las enormes expectativas de éxito que acumulan.

Esos jóvenes que han surgido de La Masia, sea por necesidad o por lo que sea, están cautivando a todo el mundo, no solo al seguidor azulgrana, a la ‘gent blaugrana’, incluso la afición rival empieza a reconocer sus gestas. Lástima que la grada de animación no puede disfrutar (juntos) de semejante espectáculo por culpa de cantar un día «Barça, sí; Laporta, no».

Diego Simeone y Hansi Flick, antes del partido de ida de Montjuïc.

Diego Simeone y Hansi Flick, antes del partido de ida de Montjuïc. / Nacho Doce / REUTERS

Perfecto. Es de lo que se trata, cautivar al personal. ¿Hipnotizar al ‘soci’? ¿Despistarlo? ¿Anestesiarlo? ¿Hacerle pensar solo en el fútbol, en el triplete, en el hundimiento definitivo del Real Madrid? ¿Demostrar que Lamine Yamal es mejor que Kylian Mbappé? ¿Ganar el triplete? Perfecto.

Todos esos objetivos se están cumpliendo. Bueno, los está cumpliendo la tribu de Flick. El Barça conquistará el triplete. Es más, repito, ya hay miles de culés que ni siquiera se lo piden o exigen. Pero ¿conquistado el triplete, que hacemos con todo lo demás?

Qué hacemos con la promesa (electoral) de que renovaríamos a Leo Messi, que ni siquiera vino al 125 aniversario del Liceo. Qué hacemos con los familiares, que, tras el cambio del Código Ético, viven del Barça. Qué hacemos con el concurso del que salió ganador Limak para reconstruir el Camp Nou. Y con el retraso de meses en las obras. Y con el no cobro de la penalización de millón al día por el retraso en la entrega. Y con el préstamo (o regalo) de ISL de 350.000 a una cuenta personal de los directivos para que pudiesen pagar los intereses del aval que les convirtió en directivos.

Vale, ganamos el triplete y sigue Deco, exagente, como Director Deportivo. Bonito ejemplo. Y continúa un exsocio y amigo personal del presidente, Sergi Atienza, dando el visto bueno a todo desde su mesa de ‘compliance officer’. Y el ‘caso Reus’ estalla en la cara de Laporta, no ya por hacer desaparecer al club catalán, no, sino porque se habla de que con dinero del Barça se pagaba no sé qué que se debía.

Las trayectorias deportivas y de gobernanza, en el seno del FCBarcelona, son tan dispares, es tan diferente la manera de triunfar de Hansi Flick a la forma de pisar charcos de Joan Laporta, que la ‘gent blaugrana’ ha decidido, simplemente, disfrutar del fútbol y olvidar todo lo demás. Sin duda, es una manera de vivir, de ser culé.

Conquistamos Champions, Liga y Copa, pero el ‘caso Palau’, ausente en el Espai Barça, ya está en los juzgados. Y la catalana Parlem se siente puenteada por el FCBarcelona en el ‘Barça Mobile’. Y aparece un tal Ruslan Birladeanu y New Era Visionary Group, que compra por una millonada, que nadie sabe de dónde sale, asientos VIPs, que la nueva auditora (se cambió la rebelde, solo al final, Grant Thornton por Crowe Global), que tampoco traga y puede complicar el ‘fair play’ con LaLiga.

Lo ganamos todo lo que queda y esperamos que el CSD, tan complaciente, ellos, el Gobierno y/o Florentino Pérez, den como buena la inscripción de Dani Olmo y Pau Víctor, antes del lunes. Y nos olvidamos, también, de la dimisión de 29 ejecutivos, desde Jaume Giró a Mike Puig, pasando por dos vicepresidente, Eduard Romeu y Juli Guiu, que tuvo que tragarse que aquello que él había negociado y cerrado le proporcionase a un extraño, a un externo, a un amigo (de alguien o de todos) 50 millones de euros de comisión.

Si se trata de ganar, hemos ganado. Si se trata de ser el Barça, de ser, en efecto, ‘mès que un club’, un ejemplo de gestión y ‘tarannà’, un modelo de gobernanza a imitar, estamos perdiendo por goleada, aunque no sé note, aunque millones de culés miren hacia otro lado.

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