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El Mundo

Una frontera congelada, recursos expoliados y un nuevo telón de acero: que significarían para Ucrania los planes de Trump

Estados Unidos no ha presentado formalmente un plan de paz para Ucrania, pese a las promesas de campaña de Donald Trump para acabar con el conflicto en 24 horas, pero en las dos últimas semanas su Administración ha ido desgranando los parámetros del acuerdo que aspira a negociar con Rusia. Unos parámetros que han encendido las alarmas tanto en Kiev como…

Estados Unidos no ha presentado formalmente un plan de paz para Ucrania, pese a las promesas de campaña de Donald Trump para acabar con el conflicto en 24 horas, pero en las dos últimas semanas su Administración ha ido desgranando los parámetros del acuerdo que aspira a negociar con Rusia. Unos parámetros que han encendido las alarmas tanto en Kiev como en Bruselas, y no solo porque la Casa Blanca haya optado por excluir a ambas capitales de sus contactos iniciales con el Kremlin en Arabia Saudí, los primeros entre los jefes de sus respectivas diplomacias desde que comenzara la invasión rusa hace tres años. De momento no son más que declaraciones de intenciones, susceptibles de cambiar a medida que avancen las negociaciones. Pero esencialmente dibujan un conflicto congelado y sin visos para una paz duradera.

Rusia ocupa hoy casi el 20% del territorio ucraniano, una franja continua de más de 1.000 kilómetros de longitud repartida entre el sur y el este del país. Ucrania siempre ha aspirado a recuperar plenamente su integridad territorial, pero el secretario de Defensa de EEUU, Pete Hegseth, ya ha afirmado que es “no es un escenario realista la vuelta a las fronteras anteriores a 2014″, cuando Rusia lanzó sus primeros zarpazos con la ocupación de Crimea y parte del Donbás. Dicho de otra forma: Kiev tendrá que ceder territorios si quiere un alto el fuego.

En términos prácticos eso se traduciría en una Ucrania partida en dos, un dibujo similar al de la península de Corea o la isla mediterránea de Chipre, donde Turquía ocupa el norte de la isla desde 1974 sin reconocimiento internacional. Y también en un conflicto congelado porque Kiev insiste en que nunca reconocerá los territorios ocupados, todos ellos anexionados por Moscú, que los ha incorporado a su jurisdicción.

Recientemente el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, propuso intercambiar esos territorios por las zonas que sus tropas ocupan en la provincia rusa de Kursk, pero se topó con el rechazo inmediato del Kremlin. Y es que para Vladímir Putin siempre ha sido más importante poder controlar Ucrania, impidiendo que pueda decidir de forma soberana su política exterior o su marco de seguridad como si fuera un protectorado, que ganar unos cientos de kilómetros de junto a su frontera. “Conseguir el Donbás pero perder Ucrania representaría una derrota para el Kremlin“, dijo hace unos años el exdiplomático ruso Vladímir Lukin.

Expolio de los recursos

De los planes de Trump también se deduce un compromiso tácito con Putin para repartirse los recursos naturales ucranianos. A Rusia le bastaría con mantener los territorios ocupados, donde se encuentra el 42% de los depósitos de metales ucranianos, el 33% de sus tierra raras y cerca del 20% de sus hidrocarburos, según la Kyiv School of Economics. De la riqueza restante, el magnate quiere la mitad a modo de pago retroactivo por mantener el apoyo a Ucrania. En el contrato que la semana pasada le presentó a Zelenski su secretario del Tesoro, Scott Bessent, se estipula que EEUU se quedaría en perpetuidad con el 50% “del valor económico asociado con los recursos de Ucrania”, incluidos sus “recursos minerales, petróleo y gas, puertos y otras infraestructuras”, según desveló ‘The Telegraph’.

La Casa Blanca también parece apoyar la salida de Zelenski, al que Rusia considera un presidente “ilegítimo”, el capo de la supuesta “banda de neonazis” que gobierna en Kiev, una de las fantasías que el Kremlin ha propagado para justificar su agresión militar. Esta semana Trump ha llamado “dictador sin elecciones” al ucraniano y ha falseado sus índices de aprobación para tratar de pintarlo como un presidente sin respaldo popular ni legitimidad. Este viernes fue más allá al decir que no lo quiere en las negociaciones con Rusia.

Pero, ¿cómo se forzaría su caída? Fox News publica que el plan que negocian Washington y Moscú contempla tres fases: un alto el fuego, seguido de elecciones en Ucrania y firma final del acuerdo. “Putin considera que la probabilidad de elegir a un presidente marioneta es bastante alta y cree que cualquier candidato que no sea Zelenski será más flexible y estará más dispuesto a hacer concesiones”, afirmaron fuentes gubernamentales ucranianas a la cadena conservadora estadounidense.

Tropas en misión de paz

Sea quien sea el futuro líder de Ucrania, alguien tendrá que encargarse de mantener el alto el fuego, posiblemente tras crearse una zona desmilitarizada en torno a la línea de contacto. Durante los acuerdos de Minsk (2014-2015) se apostó por observadores civiles de la OSCE (Organización para la Cooperación y Seguridad en Europa), un modelo que ya nadie plantea. La Casa Blanca ha descartado el envío de sus tropas –anatema para Moscú– y quiere que sean los europeos quienes pongan las botas sin el paraguas de protección de la OTAN. Una idea que el Kremlin también ha rechazado a pesar de la disposición de Francia y el Reino Unido a prestar al menos 30.000 soldados. Esa cantidad está muy lejos de las aspiraciones de Ucrania, que ha fijado en 200.000 las tropas de paz necesarias para mantener un armisticio.

No será fácil conseguirlo. Tanto por la oposición rusa a la presencia de países de la OTAN en su frontera como las reticencias de algunos países europeos a desplegar soldados. A nadie se le escapa que esa eventual frontera se convertiría en el nuevo telón de acero, una zona extraordinariamente militarizada que esta vez no pasaría por Berlín sino por la Ucrania dividida. Y es que en las propuestas de Trump hay elementos para imponer un alto el fuego, pero muy poco para obtener una paz duradera que sea aceptada por las dos partes.

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