Un calamitoso Girona se autodestruye y pierde ante un Mallorca con 10 durante una hora
El Girona se audestruyó. Él solo. No necesitó ni rival. Jugó durante más de una hora contra un Mallorca que tenía 10 jugadores por la justa expulsión de Muriqi. Y lo que debía ser un factor favorable para el equipo de Míchel se transformó luego en una perdición, incapaz de encontrar el hilo a un partido que se le escurrió de…
El Girona se audestruyó. Él solo. No necesitó ni rival. Jugó durante más de una hora contra un Mallorca que tenía 10 jugadores por la justa expulsión de Muriqi. Y lo que debía ser un factor favorable para el equipo de Míchel se transformó luego en una perdición, incapaz de encontrar el hilo a un partido que se le escurrió de sus manos.
Todo por errores propios, simbolizados en el 2-1 de Larin, que, en realidad, pertenece a Juanpe, cuya torpeza defensiva desató la locura en Son Moix y llevó el caos a Gazzaniga, provocando tal enfado en el técnico de Vallecas lo sacó casi de forma inmediata del campo.
Seis partidos consecutivos sin ganar encadena ya el Girona, que regaló los dos goles del Mallorca. Son cuatro derrotas (tres consecutivas) y dos empates. El primer tanto de Larin vino de un saque de esquina a favor, permitiendo un cómodo contragolpe de Muriqi y Larín. El segundo, también de Larin. ya con uno menos el equipo de Arrasate, por una calamidad que llevó la firma de Juanpe.
Con uno más, el Girona se enredó en un juegro gris y plano, transparente y frágil porque permitió que el Mallorca, amparado en la tenacidad de Larin, suyos fueron los dos goles, halló un tesoro extraordinario, que, al mismo tiempo, delataba la miseria del visitante. Más de una hora en superioridad númerica y ni un solo disparo a puerta del conjunto de Míchel. En realidad, el único fue el gol de Van de Beek, por lo que se necesitan más pruebas del desastre en que se sumergió en su viaje a la isla.
Amontonó delanteros el entrenador de Vallecas, pero de nada le valieron. Llevó toda su munición al césped de Son Moix para levantar un partido que comenzó ganando y terminó perdiendo. Aunque no existe mayor derrota para el técnico que ver a su equipo extraviando todas las señas de identidad. Estaba irreconocible. Caótico y ahogado en su propia ineficacia, con Gazzaniga acabando como un delantero en el área de su colega Greif. Ni con el portero jugando de delantero marcaba el Girona.