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El Mundo

Un ataque en el corazón de Beirut mata a 15 personas e hiere a otras 63

Lamar cumplió seis años hace unos días, y su padre, Ahmed Qassem, le prometió una fiesta por todo lo alto. Este sábado iba a ser el gran día. Ahmed le había comprado un vestido largo de tul rosa a la altura de la ocasión. La prenda iba decorada con una discreta pedrería que haría brillar a Lamar, la niña de sus…

Santo Domingo - Publicado hace

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Lamar cumplió seis años hace unos días, y su padre, Ahmed Qassem, le prometió una fiesta por todo lo alto. Este sábado iba a ser el gran día. Ahmed le había comprado un vestido largo de tul rosa a la altura de la ocasión. La prenda iba decorada con una discreta pedrería que haría brillar a Lamar, la niña de sus ojos. Pero, ahora, ese vestido cuelga entre la única pared en pie de su casa. Horas antes de que empezara la fiesta de cumpleaños de Lamar, mientras a las cuatro de la mañana del sábado dormía junto al resto de su familia, seis bombas antibúnkeres lanzadas por el Ejército israelí han irrumpido en el corazón de Beirut. Edificios de ocho plantas han quedado reducidos a escombros, incluido el de los Qassem, en el barrio de Basta en pleno centro de la capital libanesa. Lamar ha salvado su corta vida, pero pasará su gran día en el hospital a la espera de que su abuela, su tía y su prima de dos años tengan la misma suerte.

Sin saber muy bien qué hacer, Ahmed, con el vestido por estrenar en la mano, observa a su sobrino sacar sus pertenencias de entre las ruinas. “Nuestros móviles, nuestro dinero, nuestras tarjetas de identificación están allí”, dice a este diario. Pero estos no los encuentran. En cambio, aparecen la impoluta chaqueta rosa de Lamar, unos pantalones de pijama de la Minnie Mouse, unas deportivas rojas y otro bolsito rosa y plateado, a conjunto con el vestido. Ahmed acumula en sus manos todos los tesoros encontrados en el polvo gris. “¿Qué necesita [el primer ministro de Israel, Binyamín] Netanyahu de una niña de seis años?”, se pregunta de forma genuina, mientras su sobrino saca un cojín manchado de sangre de la cabeza de su abuela.

De acuerdo a medios israelíes, el objetivo del ataque, que desveló a toda la ciudad en plena madrugada, era el alto funcionario de Hizbulá Mohammed Haydar. “No había nadie aquí que no conociéramos”, afirma Mariam, una vecina de la zona que ha perdido su casa. “Nadie de Hizbulá”, especifica a EL PERIÓDICO. Para demostrarlo empieza a señalar: “Aquí vivía mi hermana, aquí mi abuelo, aquí mi prima”. Mariam apunta a sitios, casas, apartamentos que ya no existen, que son solo escombros. Bajo todos ellos ha encontrado esta mañana a su marido. “Estaba durmiendo, ¡durmiendo!”, grita, exclama, implora a un cielo lleno de humo. Han pasado más de diez horas del impacto y los servicios de emergencia aún siguen buscando a desaparecidos.

“¿Por qué hacen esto?”

Por el momento, hay 15 víctimas mortales y otras 63 personas han resultado heridas. Según el diputado de Hizbulá Amin Sherri, ninguno de los líderes del grupo se encontraba en el edificio atacado, mientras que el destino de Haydar sigue siendo incierto. “Nosotros no estamos con la resistencia [nombre con el que se conoce a la milicia-partido político Hizbulá], aquí todos nos conocíamos y éramos vecinos de toda la vida”, explica Ahmed. Aunque las bombas antibúnkeres han provocado el colapso de un edificio residencial de ocho plantas entero, del que sólo queda un enorme cráter humeante, el ataque sin previo aviso ha destruido casas enteras, vehículos y cristales de apartamentos más alejados. Su impacto ha reverberado de madrugada por toda la capital libanesa.

“Si [los israelíes] no quieren que estemos con la resistencia, ¿por qué hacen esto?”, dice Ahmed. “Esto sólo hará que estemos con la resistencia; si llegan a matar a mi hija Lamar no tengan ninguna duda de que me uniría a ellos”, afirma convencido. Desde el inicio de la escalada bélica israelí en el Líbano el pasado 23 de septiembre, que ya ha matado a 3.000 personas en pocas semanas, los ataques se han concentrado en el sur y el este del Líbano. En los suburbios sureños de la capital, prácticamente vacíos de población civil, los bombardeos israelíes son el pan de cada día, si no de cada hora. Pero los ataques en el corazón de Beirut aún pueden contarse con los dedos de las manos.

Cuatro ataques en una semana

En el céntrico barrio de Basta, con mucha población trabajadora y famoso por sus tiendas de antigüedades, hace poco más de un mes ya sufrieron la violencia israelí. A apenas 50 metros del lugar atacado este sábado, otro bombardeo mató a 22 personas e hirió a otras 117 el pasado 10 de octubre. Sólo esta semana cuatro ataques distintos han alcanzado diferentes zonas de Beirut alejadas de los suburbios sureños en una clara escalada de la brutalidad hebrea. Este mismo sábado, Dahiyeh –nombre en árabe de los suburbios del sur– ha sufrido las bombas israelíes. En la ciudad portuaria de Tiro, en el sur del Líbano, los drones israelíes han matado a dos pescadores palestinos. El Ministerio de Salud ha denunciado “un número infinito de víctimas en la región de Baalbek-Hermel”, al este del país: 24 muertos, “y partes de cuerpos” y 45 personas heridas.

La intensificación de los ataques en el Líbano no implica ningún respiro para los palestinos de la Franja de Gaza. En las últimas 48 horas, el Ejército israelí ha matado a 120 palestinos a lo largo y ancho del enclave palestino. Desde Basta, observan con temor como la realidad del último año en Gaza, con más de 44.000 asesinados, acaba por instalarse también en su barrio. Tras observar con los ojos enrojecidos los restos de su casa, Ahmed sigue sin entenderlo. Movido por la rabia y la impotencia, lanza el miraculosamente impoluto vestido rosa al cráter humeante. Era para Lamar, para su gran día. Uno que ya no será.

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