El Mundo
Trump confirma que se verá con Xi Jinping la próxima semana
Xi Jinping y Donald Trump se verán la semana próxima en Corea del Sur. La reunión ha sido confirmada por la Casa Blanca tras semanas insinuando su anulación para presionar a Pekín. Siete días son muchos para el levantisco Trump pero la súbita cordialidad compartida, incluso con nuevos pleitos diarios, sugiere que no hay marcha atrás. Sus llamadas telefónicas y reuniones…

Xi Jinping y Donald Trump se verán la semana próxima en Corea del Sur. La reunión ha sido confirmada por la Casa Blanca tras semanas insinuando su anulación para presionar a Pekín. Siete días son muchos para el levantisco Trump pero la súbita cordialidad compartida, incluso con nuevos pleitos diarios, sugiere que no hay marcha atrás. Sus llamadas telefónicas y reuniones han atenuado crisis pasadas, al menos temporalmente, y lo mismo se espera de su primer encuentro en el segundo mandato de Trump.
Será el 30 de octubre en Gyeongju, una ciudad en la costa oriental surcoreana, durante la cumbre de la APEC (Foro de Cooperación Económico del Asia Pacífico). Unos miles de kilómetros al sureste, en Kuala Lumpur, los equipos negociadores desbrozan desde hoy el terreno en la cumbre de la ASEAN (los países del sureste asiático). «Espero que podamos dejarlo preparado este fin de semana para que los líderes entren a las negociaciones en un ambiente más positivo», ha deseado Scott Bessent, secretario de Estado. A Bessent se le percibe más cordial que cuando acusó a Li Chenggang, viceministro de comercio, de «muy irrespetuoso» y «ligeramente inestable» tras sumar infructuosas reuniones. Desde Pekín también salen mensajes conciliatorios y pronósticos optimistas. «Los dos países pueden encontrar la senda para entenderse y conseguir unas relaciones bilaterales sanas y estables», ha afirmado Wang Wentao, ministro de Comercio.
Es admirable el esfuerzo compartido en una dinámica de reproches cotidianos. China condenó con brío ayer las sanciones de Trump a las grandes petroleras de Rusia y a todos los que negocien con ellas. Son unilaterales, contrarias al derecho internacional y sin el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU, deniunció Pekín. La medida no sólo castiga a Moscú por su negativa a negociar la paz en Ucrania sino a China, principal compradora de crudo ruso. Fuentes anónimas citadas por la prensa occidental aseguran que Pekín ya ha pausado algunos envíos.
Ha vaticinado Trump que será una «reunión muy larga» en la que podrán solventar «un montón de cuestiones y dudas». El número y enjundia de los asuntos anuncia una jornada extenuante. Desde la cooperación china en la guerra del fentanilo a la compra de soja estadounidense, pasando por la guerra en Ucrania y todos los desencuentros comerciales. Confía Trump en su instinto e improvisación frente a la metódica y paciente preparación china. La fórmula, acuerdan muchos analistas, asegura el fracaso.
Mojón en la guerra comercial
Será, en todo caso, un mojón en la guerra comercial que ha desgastado a los dos países durante buena parte del año y puesto en peligro las cadenas de suministro globales. La emprendió Trump imponiendo aranceles a China y que esta igualó hasta levantar muros infranqueables para sus mercancías. Agotada la vía, Washington cerró el grifo de productos tecnológicos como semiconductores y Pekín respondió privándola de tierras raras. El pulso lo ganó China cuando la industria estadounidense advirtió a su presidente del colapso en cuanto agotaran sus reservas de esos materiales. A petición de Washington acordaron una tregua arancelaria que Trump ha amenazado con finiquitar el 10 de noviembre, diez días después de su reunión con Xi, alegando que las tierras raras siguen sin fluir.
Entiende China que esta dinámica hostil, con sus valles y picos, es inevitable porque EEUU se ha propuesto embridar su desarrollo. Sólo China pone de acuerdo a republicanos y demócratas y, más allá de las formas, no ha habido cambios sensibles entre las políticas de Biden y Trump. El nuevo plan quinquenal chino, desvelado hoy, repite las líneas maestras para protegerse de un mundo cada vez más incierto. Más consumo interno como alternativa al tradicional peso de las exportaciones y más autosuficiencia tecnológica para que su industria no dependa de la estadounidense. En esa visión a largo plazo confía Pekín para defenderse de la primera potencia económica mundial. Su prensa subrayaba esta semana el contraste entre los planes quinquenales y un gobierno semiparalizado por disputas políticas.
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