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Salvador Servià, piloto de rallys: “Los rallys no son una broma. Estábamos locos”
Salvador Servià (Pals, 1944) es un nombre propio dentro del mundo del automovilismo. Una enciclopedia andante de modelos, características y especificidades de todo tipo de coches y tramos. Su trayectoria y palmarés al volante, extensos y prolíficos, son buena prueba de ello, pero incluso al otro lado de la carretera, en su etapa como director del Circuit de Catalunya, marcó una…
Salvador Servià (Pals, 1944) es un nombre propio dentro del mundo del automovilismo. Una enciclopedia andante de modelos, características y especificidades de todo tipo de coches y tramos. Su trayectoria y palmarés al volante, extensos y prolíficos, son buena prueba de ello, pero incluso al otro lado de la carretera, en su etapa como director del Circuit de Catalunya, marcó una época.
“Llevo tantos años al volante que cuando lo pienso o veo imágenes de cuándo competía se me pone la piel de gallina. Estábamos locos”, afirma a EL PERIÓDICO el piloto que este fin de semana participará en su tercer rally clásico en la 73 edición del Rally KH-7 Costa Brava. En 1985 y 1986 se proclamó Campeón de España junto a Jordi Sabater con un Lancia 037 y más tarde participó en 17 ediciones del Rally Dakar, donde consiguió firmar un quinto puesto en 1996 con el equipo oficial Citroën, y varios sextos lugares tanto en 1993 con un Lada Samara como en 1997 con un Nissan Patrol. Más tarde, en 1992, se coronó campeón del Campeonato de España de Rally Todo Terreno y en 1993 ganó la clase Maratón de la Copa Mundial de Rally Todo Terreno.
Servià lo recuerda con cariño. “Han cambiado mucho las cosas, pero en Catalunya hemos tenido siempre una afición brutal. La gente se volcaba en las carreteras, se llenaban los arcenes de espectadores y la gente pasaba las noches en las cunetas para vernos correr. Era espectácular“, rememora. “Los mundiales se han ido de aquí, han cambiado de imagen y aunque hemos perdido mucha fuerza como afición, los rallys clásicos son la excepción que sigue reuniendo a varias generaciones con un mismo amor por el motor”, afirma.

Salvador Servià durante la presentaciónd el 73 Rally KH-7 Costa Brava. / KH-7
“Estábamos locos”
“Yo sé que mañana las cunetas volverán a estar llenas de gente. La gente tiene nostalgia de esos coches que despertaban tantas emociones. Los clásicos son un fenómeno incomprensible porque gustan a todos, jóvenes y mayores”, afirma el piloto que recuerda con nostalgia tiempos pasados. “Yo recuerdo haber estado, por ejemplo, en el cruce de Sant Hilari, ‘estrujando’ el motor y con el coche ‘de canto’. Estábamos locos. La gente estaba por el medio en la línea de salida, era una locura”, cuenta. Servià reconoce que, sin embargo, siempre fue un piloto “intuitvo” a la hora de conducir y que siemplemente “sabía cuando tenía que frenar”.
La gente tiene nostalgia de esos coches que despertaban tantas emociones. Los clásicos son un fenómeno incomprensible porque gustan a todos, jóvenes y mayores
Este fin de semana tomará el desafío con otra mentalidad. “Yo no quería participar, tengo ya 80 años y no estoy para estos trotes, pero que el 037 sea el coche legendario de esta edición, con el que yo gané dos campeonatos, me hizo replantearme participar”, asegura Servià. “Conducir no es problema, pero salir del coche es otro tema. Todavía me duelen las costillas de ayer cuando estuvimos probando el coche”, bromea el piloto. “A mí ya no me verán ‘de canto’ como antaño, pero me apetece despedirme bien del rally y darme una vuelta de honor este fin de semana“, zanja.
Y es que sin duda, entre las muchas cosas que han cambiado en los rallyes, la seguridad de pilotos y espectadores es una de las más notables. “Esto nunca ha sido una broma, el rally es peligroso. Para los pilotos y antes incluso para los aficionados. Yo por suerte nunca hice daño a ningún otro piloto ni espectador, pero no todos pueden decir lo mismo lamentablemente”, comenta Servià. A pesar de esta ‘suerte’ el piloto gerundense camina con ayuda de un bastón por lesiones en las articulaciones. “Me pasé muchos años de mi vida jugando al ‘punta-talón’ cuando conducía. Pasa factura”, señala.