“Piensas en Ansu Fati y te duele el alma: pudo ser Lamine Yamal”
Fue uno de los días futbolísticos más hermosos de mi vida, cuenta Carles Tusquets, economista, banquero y empresario de prestigio y, entonces, presidente de la Comisión Gestora del FC Barcelona, tras poco más de un mes de la dimisión de Josep Maria Bartomeu como presidente del Barça.Seguir leyendo….
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“Fue uno de los días futbolísticos más hermosos de mi vida”, cuenta Carles Tusquets, economista, banquero y empresario de prestigio y, entonces, presidente de la Comisión Gestora del FC Barcelona, tras poco más de un mes de la dimisión de Josep Maria Bartomeu como presidente del Barça.
“Y lo fue porque visité la casa de Bori Fati para entregarle el carné de socio a su hijo Ansu, que estaba aún convaleciente de su operación en la rodilla izquierda”, continúa explicando Tusquets. “La casa estaba, bueno, está, seguro, repleta de símbolos barcelonistas, es una auténtica pasada, es una familia muy agradable y se hicieron socios todos: Bori, su esposa María de Lourdes y sus otros tres hijos, Djenabu, Djucu y el pequeño Miguel. Y cuando pienso ahora el viacrucis que ha sufrido el bueno de Ansu, solo deseo que le vaya bien en los próximos meses. Te duele el alma cuando piensas lo que pudo ser este chico. Pero, bueno, aún está a tiempo, por descontado”.
Era el 2 de diciembre de 2020. Ansu Fati, que había sido la estrella, la atracción de la fiesta anual de La Masia, en noviembre de 2019, cuando se cumplieron los 40 años de la cantera culé, ya empezaba con sus problemas físicos, que no cesarían (rodilla izquierda, bíceps femoral también en la pierna izquierda, lesión en los isquios en la pierna derecha… Más de dos años de baja) a lo largo de lo que todo el mundo adivinaba, pronosticaba, con razón, iba a ser una carrera brillantísima, casi como la que acaba de bautizar Lamine Yamal, que le ha sustituido como el goleador más joven de LaLiga.
“Aún recuerdo el día, en diciembre de 2020, cuando le llevé a su casa, pues estaba rehabilitándose de su operación, el carnet de socio. Se hizo socia toda la familia. Y, ahora, me duele el alma al verle sin jugar, pero ¡ojalá! vuelva a ser el de antes”
Carles Tusquets
— Entonces presidente de la Comisión Gestora del FCBarcelona
Ansu, que contrariamente al resto de las jóvenes estrellas que han ido triunfando en el Barça, dio el salto del juvenil al equipo grande directamente, sin pasar por el B, marcó su primer gol en LaLiga con 16 años y 304 días. Nacido en Guinea-Bissau, llegó al alevín del Barça con 10 años (ahora tiene 22) procedente del Sevilla, tras formarse en la Escuela de Fútbol Peloteros Sierra Sur, de la localidad sevillana de Herrera. Y, nada más pisar La Masia, todos los técnicos se dieron cuenta de que estaban ante un jugador especial, muy especial.
“Era, es, una maravilla, se entrenaba feliz, sonreía siempre, se le veía contento continuamente”, explica Aureli Altimira, uno de los grandes descubridores de los actuales talentos del equipo de Hansi Flick, junto a su amigo Jordi Roura, ambos ya fuera del Barça por… Bueno, dejémoslo ahí. “Toda la vida se le han caído los goles. Tenía una capacidad tremenda para, pelota que tocaba, pelota que iba dentro”.
Carles Tusquets entrega, en diciembre de 2020, el carnet de socio del Barça a Ansu Fati. / EL PERIÓDICO
“Eso no se pierde”, apunta Roura. “Bueno, sí, claro, se pierde si estás un montón de meses inactivo, si apenas no juegas, si no entras en dinámica de equipo. Pero si algo tiene Ansu y mantiene, seguro, es esa capacidad de estar apagado 60 minutos y, de pronto, en cinco minutos, ¡zas!, te mete dos goles. Eso, amigo, ni se aprende, ni se entrena, se tiene o no se tiene y Ansu lo tiene y estoy seguro que lo mantiene”.
Pero, en efecto, en la caída en desgracia de Ansu Fati se han juntado demasiadas cosas, muchos desastres, decisiones erróneas, no solo médicas, no solo de operaciones inadecuadas, incluso en lugares lejanos, también de recuperaciones mal diseñadas, como esa decisión de Jorge Mendes de, en un momento difícil, llevárselo a rehabilitar a Madrid, a manos del fisio de Cristiano Ronaldo. Y también, claro, multitud de opiniones familiares, del club, de sus representantes y de él mismo, sí.
Ansu Fati fue el escogido por la plantilla, después de la dramática salida de Leo Messi, para lucir el 10 del Barça. En plena pandemia, Josep María Bartomeu rechazó 150 millones de euros de Jorge Mendes para traspasar al ídolo de La Masia.
“Yo no sé cómo está llevando el club, ahora, la explosión de Lamine Yamal pero, en el caso de Ansu Fati, hubo una falta de tacto, de profesionalidad, de complicidad, de acompañamiento tremendo, complicado todo por los intereses de su entorno”, cuenta uno de los recuperadores que más ha trabajado en los últimos años con Ansu.
“Ansu era, es, un jugador muy recuperable, mucho, pero necesita un entorno bueno, que lo considere un futbolista importante. ¡Qué es eso de enviarlo a Brighton! A la dura Premier, a la extraña Premier, por más que Roberto De Zerbi, un buen entrenador, le dijese que lo quería y que lo mimaría”, sigue explicando este profesional, que conoce como nadie a Fati.
“Tuvimos bajas en la delantera y decidimos subir a Ansu para que entrenase con nosotros. Nos llamó la atención por su desparpajo y atrevimiento, pese a la edad que tenía. Lo hice debutar, sí, pero el resto lo hizo él todo. Rápido, vertical, con buen golpeo, con buen juego de cabeza y con olfato de gol. Fue, sí, una aparición en ese momento”
Ernesto Valverde
— Entrenador del Barça que hizo debutar a Ansu Fati en el primer equipo
La explosión de Ansu Fati en el primer equipo estuvo dirigida por Ernesto Valverde, que recuerda con enorme precisión aquellos días. “En el inicio de esa temporada, tuvimos bajas en el ataque y Ansu estaba brillando y haciendo goles en el B”, explica el actual técnico del Athletic. “Decidimos que él y Carles Pérez subieran para entrenarse con nosotros. Lo cierto es que nos llamó la atención desde el principio por su desparpajo y atrevimiento, pese a la edad que tenía. Así que, como estábamos justos en la delantera, entró en la lista y jugó. El resto lo hizo él todo. Rápido, vertical, con buen golpeo, con buen juego de cabeza y con olfato de gol. Fue, sí, una aparición en ese momento”.
Fati llegó a ser tan bueno, tan bomba, tan especial, tan, tan, parecido a Lamine Yamal (“cierto, Lamine es otra cosa, sí, pero Ansu llegó al Barça grande con una fuerza tremenda y nos maravilló a todos”, dice un compañero de generación) que, desaparecido en lágrimas Leo Messi, la plantilla decidió que el número 10 de ‘La Pulga’ debía ser para el canterano. “Cierto”, cuenta Roura, “un gran peso para sus espaldas, pero también, también, una gran motivación”.
14.09.2019 Felicitaciones a Ansu Fati tras su gol durante el partido de liga entre el FC Barcelona y el Valencia / Jordi Cotrina
Ansu Fati, que cuando dio ese salto espectacular del juvenil al Camp Nou, no dejó jamás de acudir a presenciar los entrenamientos de sus compañeros del juvenil y del B, estuvo a punto, este verano, de marcharse al Manchester United. Si Xavi Hernández, que, como ahora Hansi Flick, le abrió las puertas para que se buscase partidos fuera del Barça, se hubiese quedado, Fati hubiera aceptado la oferta de Old Trafford.
Nadie tiene dudas de que si le hubiesen respetado las lesiones, Ansu hubiese podido llevar con profesionalidad y eficacia el peso que representa, sobre sus espaldas, ser el 10 del Barça y la pretensión global, como ocurre ahora mismo con el mágico Lamine Yamal, de ser el dichoso heredero de Leo Messi como muchos pretendieron que Saviola o Aimar lo fuesen de Maradona en la albiceleste o Rivaldo, Romario, Ronaldinho o Neymar del mismísimo ‘O Rei’ Pele, en la ‘canarinha’.
Sin lesiones, sin conflictivas operaciones, sin discusiones y peleas entre médicos, familias y representantes, sin los intereses de unos y de otros (en la vida de Ansu Fati ha estado desde el hijo de José María Minguella hasta Jorge Mendes, pasando, ¡ojito!, por Rodrigo Messi, el hermano de Leo) y sin rehabilitaciones inadecuadas, tal vez hubiese hasta retrasado la maravillosa aparición de Lamine Yamal. Tal vez.
“Ansu tiene algo que no se entrena, que se tiene o no se tiene y él lo tiene y, seguro, que lo conserva: estar 60 minutos sin tocar el balón y, de pronto, ¡zas!, en dos minutos te mete dos golazos”
Jordi Roura
— Extécnico y descuibridor de grandes futbolistas en La Masia
En el verano de 2020, en plena pandemia, Mendes se presentó en el despacho de Bartomeu con una oferta de 150 millones de euros para traspasar a Ansu Fati y el presidente azulgrana le dijo que ni hablar. Los responsables deportivos ya tenían la idea, la convicción, de que Ansu iba a ser un jugador importante en el Barça. Mendes aprovechó esa negativa para pedir aumento de sueldo para Fati, que acababa de renovar de la mano de Rodrigo Messi y también le dijeron que no.
No hay nadie en el Barça que hable mal de Ansu Fati. Nadie. Y, no solo porque nadie tiene motivos para ello, sino porque, todo lo contrario, el jugador lo ha intentado todo para regresar a la élite, para volver a provocar aquellas alegrías que generaba con sus goles. Todos coinciden en que la solución es que Ansu se ponga a prueba en un buen equipo, con un entrenador que lo quiera y, si puede ser, que lo conozca, con un entorno que lo considere una de sus referencia y, sobre todo, jugar partidos, muchos partidos, volver a sentirse futbolista.
09.10.2022 Ansu Fati durante el partido de liga entre el Barça y el Celta / Jordi Cotrina
Todos los consultados consideran que el Barça debería ‘regalar’, es decir, ceder sin pretensiones de ahorrarse dinero o, incluso, hacer negocio (una constante en la directiva de Joan Laporta), a un equipo, por ejemplo, como el Sevilla, tan necesitado de estrellas. La familia Fati ha vivido allí, conoce la ciudad, lo arroparán, lo convertirán en un jugador querido y deseado y, sobre todo, estará bajo la batuta de García Pimienta, nacido en La Masia y que conoce, como nadie, al joven culé.
“Dos años sin jugar, sin tener continuidad, sin ser importante, sin sentirte futbolista es durísimo, imposible de superar”, señala Roura. “Todo lo que te da la competición, todo, no se puede adquirir en los entrenamientos por mejor que los hagas y por más profesional que seas. Ni hablar. Los estímulos de la competición solo te los da, solo los recuperas, jugando. La verdad es que cuando ves a Ansu, te duele el corazón”.
Esa es la sensación de todas las fuentes consultadas sobre la situación de Ansu, a quien tanto Flick como el Barça, por la costosa ficha que debe soportar, le han abierto las puertas en este mercado de enero, dada la proliferación de genios canteranos, no solo Lamine Yamal, que taponan la posibilidad de tener los minutos que el joven goleador necesita para resurgir.
“Puede que sea el único, ¡ojalá no!, pero sigo teniendo una fe ciega en Ansu. Sé que volverá a ser decisivo. Solo tiene que acertar el sitio donde ir, que le den confianza, que lo arropen, que vuelva a sonreir, a ser feliz. Si acierta, volverá a ser el gran futbolista que es, estoy seguro”
Aureli Altimira
— Extécnico y descubridor de valores de La Masia
“Ansu necesita hacer una limpieza total, física y mental, de su situación”, explica Altimira, convencido, “convencidísimo”, de que aún estamos a tiempo de ver resurgir al futbolista que nos deslumbró a todos en sus inicios. “Repito, solo Lamine Yamal me ha deslumbrado tanto como Ansu en su despertar en nuestro Barça. Es por ello que aún tengo una fe ciega, sí, tal vez ciega, en que Ansu vuelva, solo tiene que acertar, y mucho, en su próximo destino. Debe irse a un equipo donde vuelva a sonreír, donde sea feliz, donde le arropen como merece y necesita. Ansu puede jugar en la banda o, incluso, ser un gran 9, pues tiene un gran remate de cabeza. Insisto, lo tiene todo”.
Ansu Fati, aquel nuevo socio de diciembre de 2020, tuvo un problema añadido al haber puesto tan alto el listón de sus expectativas, entonces auténticas realidades. Aquel recuerdo, tremendo, hace que, ahora, todo parezca poco y las malas lenguas han empezado a relatar que ya lo hemos perdido.
Es evidente que, siendo tan joven, habiendo acariciado y disfrutado de la gloria, es muy difícil asumir tanta desgracia acumulada desde todos los frentes, pero no sería el primer caso que cambiando de aires y encontrando un destino adecuado, pudiese darle la vuelta a la tortilla. No sería el primer caso, ni el último.