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Mismo dopaje, distinto castigo: ¿por qué sancionan a Sinner solo tres meses y a la patinadora española Laura Barquero seis años?
A simple vista y llevando el asunto a la simplificación máxima, los casos son muy parecidos. Tanto Jannik Sinner, número uno del tenis mundial, como Laura Barquero, patinadora española de 23 años que fue olímpica en Pekín 2022, usaron la misma crema (Trofodermin) que contenía la misma sustancia (el anabolizante clostebol). Ambos dieron positivo en dos controles y en ambos se llegó a la conclusión de que el dopaje, o contaminación en…

A simple vista y llevando el asunto a la simplificación máxima, los casos son muy parecidos. Tanto Jannik Sinner, número uno del tenis mundial, como Laura Barquero, patinadora española de 23 años que fue olímpica en Pekín 2022, usaron la misma crema (Trofodermin) que contenía la misma sustancia (el anabolizante clostebol). Ambos dieron positivo en dos controles y en ambos se llegó a la conclusión de que el dopaje, o contaminación en este caso, había sido “accidental” y que no buscaba ni conseguía mejorar el rendimiento, por lo que se decretó una sanción a la baja por parte de la Unión Internacional de Patinaje (ISU) y la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA).
Según se contó, el clostebol llegó al cuerpo de Sinner tras ser tratado por su masajista, que previamente se lo habría dado en un corte en la mano, de forma descuidada. Posteriormente, el fisio, que no sabría que se trataba de una sustancia contaminante habría tratado al tenista sin guantes y al tocar varias lesiones en la piel del cuerpo del italiano se generó la contaminación involuntaria. En el caso de la española, la explicación fue un poco más enrevesada, que la ISIU aceptó al calificar su actuación de “negligente”, pero no intencionada.
“Averiguamos que el positivo fue debido a una crema que me había dejado una compañera meses antes en un stage por si la necesitaba para una herida que tenía. Me le entregó sin caja, ni prospecto y jamás la utilicé. Al llegar a mi casa en Bérgamo, la metí en un cajón junto con otras cremas y medicamentos y me olvidé de ella. Lamentablemente y, como supimos después, el tubo contenía restos por su parte exterior y acabó manchando otros productos que metí en el neceser a que llevé los Juegos“, ha asegurado Barquero en la web Hielo Español, el único medio al que ha concedido declaraciones. “Estuve expuesta continuamente por vía transdérmica a la contaminación con esta sustancia sin saberlo”, explicaba.
Sanciones mínimas en un primer intento
En todo caso, ambas explicaciones fueron aceptadas, y el resultado fue un año de sanción para la patinadora, la mínima en estos casos para su deporte, mientras que el tenista salió aún mejor parado y solo perdía el dinero (320.000 euros) y los puntos (400) logrados en el Masters 1.000 de Indian Wells, donde se detectó el positivo. Pero la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) entendió que esas primeras sanciones no eran suficientes y las recurrió al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS).
Tras varios meses, los dos han negociado la sanción con la AMA y sus respectivas federaciones antes de llegar a una vista programada en el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), y llegaron a dos acuerdos que se han conocido en el mismo fin de semana, y que se han resuelto con una gran diferencia de castigos. Mientras que Sinner ha aceptado una sanción que ha sido calificada como “a la carta”, tras ganar el Open de Australia y perdiéndose solo tres meses de competición en los que coincide que no hay Grand Slams, la española se ha conformado con un castigo de seis años, lo que de facto pone fin a su carrera deportiva.
Seguramente el caso de Barquero, poco mediática, no hubiera tenido la relevancia que está alcanzando de no ser por lo que se conoció a la vez del del mejor tenista del mundo. Pero el destino ha querido que coincidieran, dando lugar a multitud de suspicacias. Las reacciones han sido múltiples, y en su gran mayoría hablan de “agravio comparativo” y de “trato de favor” a Sinner por su peso como tenista, pero la realidad también marca que entre ambos casos hay una diferencia sustancial.
La diferencia, en el segundo positivo
Y es que, mientras que el segundo positivo de Sinner se detectó apenas ocho días después del primero, siendo consecuencia directa uno de otro, en el caso de Barquero no fue así. En su caso, el segundo, también por clostebol, llegó 10 meses después de los Juegos, cuando solo le quedaban dos meses de la sanción de un año que se le impuso y ya estaba entrenándose para los Mundiales de 2023. Un episodio para el que la propia patinadora no tiene explicación, según relata en la web Hielo Español.
“Se volvió a confirmar científicamente con nuevos estudios del cabello que la causa más probable era una contaminación transdérmica y no un uso de la sustancia. No puedo dar mucha más información del segundo positivo porque no la tengo. Había tomado todas las precauciones, cambié mi rutina para evitar cualquier riesgo de contaminación”, ha dicho Barquero sobre un caso complicado de argumentar por la repetición en diferentes tiempos.
La diferencia de tiempos llevó a la AMA a tratar el segundo positivo como una reincidencia, lo que elevaba los posibles castigos de cuatro a ocho años, o incluso más de no considerarse finalmente como “accidental”. Antes esa posibilidad, todas las partes decidieron llegar entonces a un acuerdo, que incluye el reconocimiento de que no hubo intencionalidad, pero en el que a cambio se acepta una sanción de seis años. Queda exonerada de culpa en cuanto al engaño se refiere, sí, pero pone fin a su carrera, al acumular ocho años sin competir e imposibilitar su retorno a su actividad profesional.
“Mi vida es el deporte y espero que me acompañe siempre. Aunque he tenido que cambiar mi vida de raíz y estoy muy orgullosa de todo lo que estoy consiguiendo, el patinaje estará siempre en mi corazón y es mi esencia, y seguiré volando sobre el hielo en la forma en que pueda”, asegura la patinadora, que ahora se centrará, según asegura, en sus estudios de fisioterapia. Mientras, Sinner retornará a la competición tras un parón de tres meses en el Masters 1.000 de Roma, donde a buen seguro será recibido como un héroe en un país que le cree al cien por cien y justo a tiempo para preparar su desembarco en Roland Garros.