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Misiles Tomahawk: así es el arma que Ucrania le pide a Trump y que Rusia teme

La posibilidad de que Estados Unidos pueda suministrar una nueva arma a Ucrania ha puesto en tensión a Rusia en un momento de estancamiento en el frente de guerra. El presidente de EEUU, Donald Trump, que se reunirá próximamente con su homólogo ruso, Vladimir Putin, se ha mostrado reacio a la solicitud del líder ucraniano Volodímir Zelenski de que le envíe…

La posibilidad de que Estados Unidos pueda suministrar una nueva arma a Ucrania ha puesto en tensión a Rusia en un momento de estancamiento en el frente de guerra. El presidente de EEUU, Donald Trump, que se reunirá próximamente con su homólogo ruso, Vladimir Putin, se ha mostrado reacio a la solicitud del líder ucraniano Volodímir Zelenski de que le envíe misiles Tomahawk. El Kremlin advierte de que sería un «paso hostil» porque supondría una nueva escalada en la contienda. Pero, ¿por qué necesita Ucrania esos misiles y por qué Rusia los teme tanto? ¿Qué implicaciones podría tener su uso en el campo de batalla?

Los misiles BGM-109 Tomahawk, fabricados por empresa estadounidense Raytheon, son misiles de crucero lanzados desde buques, submarinos y lanzaderas terrestres, con capacidad para golpear objetivos situados a distancias de hasta 2.500 kilómetros, un rango muy superior al de las armas enviadas hasta ahora a Ucrania por sus socios occidentales, incluidos países europeos. Es decir, con ellos el ejército ucraniano podría mejorar sus capacidades militares y llevar a cabo ataques en profundidad en Rusia.

Pueden estar dotados de una cabeza nuclear o de carga clásica de hasta 453 kilos. Tienen una longitud de 6,25 metros y vuelan a 880 kilómetros por hora a una altura del suelo de entre 15 y 100 metros. Inicialmente, el misil es propulsado por un motor y, tras el lanzamiento, el propulsor se desprende y se desplegan las alas. Desde su primer modelo hasta la actualidad, hay siete variantes de Tomahawk, que localizan el objetivo mediante un buscador de infrarrojos y están equipados con dispositivos de precisión en tiempo real, con lo que pueden atacar objetivos móviles. Algunos cuentan, incluso, con cabezas antibúnker.

Para hacerse una idea de lo que supondría en manos de Ucrania, hasta ahora Kiev ha empleado misiles como los británicos Storm Shadow, que tienen un rango de unos 250 kilómetros, y los estadounidenses ATACMS, con un alcance de cerca de 300 kilómetros, una distancia muy inferior a la de los Tomahawk, que son además misiles que portan cabezas altamente explosivas y que van a velocidad subsónica, haciendo su detección por radar más difícil al volar además a baja altitud.

Archivo - Un misil Tomahawk disparado por el destructor 'USS Shuop' de la Armada de Estados Unidos durante unas maniobras (archivo)

Un misil Tomahawk disparado por el destructor ‘USS Shuop’ de la Armada de Estados Unidos durante unas maniobras (archivo) / Europa Press/Contacto/COVER Images – Archivo

La versión más reciente cuenta con la capacidad de cambiar objetivos estando ya en vuelo, de permanecer inmóvil durante horas y cambiar de rumbo instantáneamente cuando se le ordena, y de llevar a cabo maniobras evasivas tras su lanzamiento. Además, usan alas de elevación y un sistema de propulsión por reactor, portando además una carga explosiva convencional o incluso nuclear.

Estos misiles se desarrollaron a partir de la década de los años 70 y se usaron en combate por primera vez durante la primera guerra del Golfo, en 1991. Sin embargo, sufrieron problemas de navegación durante la invasión de Irak en 2003 debido a las características desérticas de parte del país, por lo que las variantes posteriores mejoraron los sistemas de navegación. Además, EEUU desarrolló en 2024 una nueva lanzadera terrestre para el disparo de Tomahawk que permitiría que no tengan que ser lanzados desde buques o submarinos.

Putin habló con Trump sobre los Tomahawk en víspera de reunión con Zelenski, según Kremlin

Un misil Tomahawk lanzado desde un buque / .

Según el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), la entrega de estos misiles permitiría a Ucrania atacar más de 1.500 objetivos militares en Rusia, incluyendo «bases permanentes, sedes de unidades, almacenes, arsenales, depósitos de combustible, instalaciones de radio, centros de mando, centros de defensa aérea, bases aéreas, bases de reparación, fábricas de armas, centros de entrenamiento y objetos similares». Y el dato clave: la posesión de estos misiles pondría bajo el radio de alcance de Ucrania la capital de Rusia, Moscú, que se encuentra a menos de 500 kilómetros de la frontera.

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