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Lo que Flick está haciendo con Peña, ¿qué feo, no?

Partamos de la base de que todo el mundo puede tomar las decisiones que quiera. Todos. Desde Joan Laporta, como no!, al ser el único que tiene el club en su cabeza, aunque los hay que piensan que quien tiene el club en su cabeza es su excuñado Alejandro Echevarría. Pero, bueno, sí, el presidente ha demostrado hacer lo que le…

Santo Domingo - Publicado hace

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Partamos de la base de que todo el mundo puede tomar las decisiones que quiera. Todos. Desde Joan Laporta, ¡como no!, al ser “el único” que “tiene el club en su cabeza”, aunque los hay que piensan que quien tiene el club en su cabeza es su excuñado Alejandro Echevarría. Pero, bueno, sí, el presidente ha demostrado hacer lo que le da la gana, incluso fuera de plazo, y no le pasa nada.

Su directiva, por seguir el ejemplo, no solo hace lo que quiere sino que, ni siquiera, sabe lo que hace ni pide explicaciones a su presidente de lo que hacen. Ellos dicen que sí a todo y los que se cansaron de decir amén, se han ido y no piensan contar por qué, ni lo que vieron, lo que escucharon o aquello que pretendieron que compartieran o, vaya usted a saber, si no quisieron firmar determinadas cosas.

Todos mudos

En la catacumbas de la Ciudad Deportiva ‘Joan Gamper’, donde el cuadro técnico de Hansi Flick y sus futbolistas tratan de hacer una vida aparte de la directiva, eso sí, sabiendo que el excuñadísimo tiene allí dentro a más de uno, dos, tres y hasta cuatro espías (algún día les explicaré disfrazados de qué), también se ofrecen pocas explicaciones y las que se dan suelen ser en inglés o en alemán, porque sabido es que Laporta no quiere que Flick aprenda castellano ni catalán, para que no se entere de nada. O eso cree él.

Pero, mira por donde, tal vez ha llegado el momento de que alguien le pida explicaciones a Flick, hasta ahora intocable en todas sus decisiones. El técnico alemán ya ha dejado un tachón, un borrón, en su excelente arranque de temporada, de proyecto, y no es, no, un borrón pequeño, bobo, insignificante. Es un borrón inmenso que, sin duda, no querrán atribuirle o criticarle todos aquellos, que aún son legión, que viven elogiando todo lo que hace el nuevo ‘míster’.

Vitor Roque frente a Iñaki Peña, al que solo pudo batir de penalti.

Vitor Roque frente a Iñaki Peña, al que solo pudo batir de penalti. / Jordi Cotrina

Yo creo que deberíamos exigir a Flick que, en el idioma que le dé la gana, nos cuente la verdad sobre lo que está pasando con los porteros. Puede, no lo dudo, que el primer castigo a Iñaki Peña, aquel de purgar sus retrasos, tuviese sentido disciplinario. Insisto, puede. Pero, a partir de entonces, todo, todo, ha sido un auténtico despropósito, casi tanto como las actuaciones del beneficiado Wojciech Szczesny, ‘Tec’ para los amigos.

Los amigos de ‘Tec’

Es evidente que nadie levantará la voz para resolver este desaguisado, pero no es menos evidente que ha pasado algo con el joven Peña, cuyo comportamiento en el campo no solo había sido prometedor sino muy digno dada su juventud y la poca bola que le habían dado antes de la lesión de Ter Stegen.

No espero, desde luego, que el chico explique su desolación (si no abren la boca los directivos por qué van a complicarse la vida los futbolistas), ni siquiera que sus compañeros digan que les extraña un montón lo que está ocurriendo con el muchacho, aunque alguno pueda sospechar que el triangulo que forman Flick-Lewandowski-Sczzesny ha tenido mucho (o todo) que ver con esta movida, insisto, sin sentido y, a mí parecer, que no soy nadie, muy injusta para el canterano.

La manera que Flick está manejando el tema de los porteros es el primer borrón del técnico alemán desde su llegada a Barcelona y, probablemente, ha despertado más de un sospecha en el seno de la plantilla.

Cuentan los que saben de la vida de los vestuarios que estas maniobras, estas estrategias, estas decisiones son las que pueden empezar a resquebrajar esa familia de abrazos, besos, saltos y palmadas que se dan todos ellos cuando marcan un gol. Los futbolistas, que son los seres más egoístas de la tierra, analizan cada día, cada minuto, cada decisión a sus entrenadores. Y no tengo duda de que ese vestuario tan maravilloso, familiar, cómplice, joven, moderno y emprendedor ha tomado buena nota de cómo maneja Flick el asunto de los porteros.

Solo espero que al menos ellos, los futbolistas, sepan por qué Flick se está portando así con Peña. A nosotros, desde luego, jamás nos lo contará. Tal vez, ni se lo pregunten.

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