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Lo profundo es el aire, por Juan Cruz Ruiz

Hubo en el partido que el Barça no ganó el sábado una metáfora que persigue al equipo, la que convierte su pasión en aire. Juega, se divierte, busca la puerta contraria, pasa el balón que domina, es mejor que el otro, pero al fin halla aire, se va del campo frustrado mientras el graderío grita y grita, como si desde los…

Pedri, en el empate del Barça frente al Betis en Montjuïc.

Pedri, en el empate del Barça frente al Betis en Montjuïc. / Ap

Hubo en el partido que el Barça no ganó el sábado una metáfora que persigue al equipo, la que convierte su pasión en aire. Juega, se divierte, busca la puerta contraria, pasa el balón que domina, es mejor que el otro, pero al fin halla aire, se va del campo frustrado mientras el graderío grita y grita, como si desde los asientos se lograran los goles.

El resultado es el empate, la peor marca del esfuerzo, una frustración, la nada hecha pedazos mezquinos, una derrota a medias. Aire puro, la mitad de una fiesta. A veces lo profundo es el aire, que decía Cernuda.

El juego de Pedri, por ejemplo, que explica a sus compañeros cómo aprovechar los espacios: esa didáctica que parece venirle de la capacidad que tiene para mirar sin ser visto el jugador tinerfeño consigue a veces grandes resultados. Pero esta vez ni él ni sus compañeros del fútbol delicado fueron capaces de deshacer la voluntad del Betis de hacerle la pascua el mismo día en que el Madrid entregaba parte de sus cucharas

El Betis, en fin, jugó a que el Barça no jugara.Y esa es la parte fundamental del empate, que pasara lo que pasara había una voluntad andaluza de quitarle oportunidades a los que parecían más aptos para resolver. Ni Levandowski, hecho para milagros, acabó con la densidad de población del equipo rival.

La voluntad del Betis fue mucho más allá de lo que alguna vez se pensó durante el partido: que su intención era tan solo la de defender. Pero es que no era así: el Betis quería ganar, y aunque lo tuviera difícil, porque el aire de Pedri era de más calidad que la voluntad estética de estorbar del Betis. Su decisión de impedir la alegría rival llenó de nerviosismo a los delanteros del Barça. 

La segunda parte fue una sucesión incesante de jugadas que parecían ensayadas desde el limbo, mientras que en la tierra estaba el entrenador bético buscando que no se le permitiera al primor rival la celebración de las alegrías que la semana pasada, por ejemplo, hicieron del Barça el primor de la temporada. 

¿Justo el resultado? Pues claro. La sonrisa de LaLiga es la del Betis. El Barca les gana a todos en sorpresa, pero este sábado sin aire estuvo más atenta la sonrisa que la sorpresa, y el Barça se fue al vestuario presumiendo de aire, pero no de goles.

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