Las comparaciones son odiosas, pero no si se trata de este Barça y este Madrid
Perdonen, o no, pero las comparaciones no siempre son odiosas. Que va. Las comparaciones son, eso, comparaciones. Y, en fútbol, se pueden comparar muchas cosas. Muchísimas. Se pueden comparar clasificaciones, se pueden comparar resultados, se pueden comparar estadísticas, goles, asistencias, sensaciones, posibilidades de conseguir títulos, dominio de los partidos, posesión, autoridad, determinación, actitud, control del juego, belleza, insistencia, fuerza, presiónse pueden…
Perdonen, o no, pero las comparaciones no siempre son odiosas. Que va. Las comparaciones son, eso, comparaciones. Y, en fútbol, se pueden comparar muchas cosas. Muchísimas. Se pueden comparar clasificaciones, se pueden comparar resultados, se pueden comparar estadísticas, goles, asistencias, sensaciones, posibilidades de conseguir títulos, dominio de los partidos, posesión, autoridad, determinación, actitud, control del juego, belleza, insistencia, fuerza, presión…se pueden comparar tantas cosas que, cuando ves dos partidos seguidos como el Arsenal-Real Madrid (3-0) y el Barça-Dortmund (4-0), te dan ganas de escribir que no hay color y pensar, con justicia, que todo lo que le ha pasado al Real Madrid este año ante el Barça corren peligro de que le vuelva a suceder. Por ejemplo, en la final de Copa.
Ver los dos partidod te producen cierto escalofrío. Es evidente que los tertulianos madrileños y los seguidores blancos me recordaran que esto aún no ha terminado. En efecto, aún no ha terminado. Es decir, queda tiempo para que el Real Madrid aún empeore más y, sobre todo, sea superado con mayor contundencia por el Barça (o el Arsenal, en casa), en caso de que sea este fabuloso equipo azulgrana el que consiga el triplete español. Cuando dicen que queda tiempo, siempre piensan, en Madrid, que queda tiempo para que el Real Madrid lo gane todo. Y, sí, es cierto, pero queda el mismo tiempo para que lo pierda todo.
Lewandowski celebra el segundo gol de su cuenta. / Jordi Cotrina
Ellos, los de Madrid, los de la capital, los seguidores del Real Madrid saben ¡vaya si lo saben! que este año, precisamente el año en que, por fin, fichan a Kylian Mbappé y lo iban a ganar todo con una mano, emerge, en nueve meses, los que ha tardado Hansi Flick en parir uno de los mejores equipos de las últimas décadas, un conjunto que, no solamente gana, sino que luce precioso y, sobre todo, hace disfrutar a todos los amantes del fútbol.
Cuando un equipo acaba teniendo una alineación titular que todo el mundo se sabe de memoria, es cuando empieza a convertirse en un rival temible. Es aquello que defendía Johan Cruyff: “Si mi equipo está bien, no me importa el rival, pues los que deben preocuparse son ellos”. Y eso es lo que ha logrado este equipo, que arropa a su veterano portero con cuatro defensas que aprietan, incluso, a su centro del campo, al tirar la línea lo más arriba posible; que tiene tres centrocampistas de lujo, a cual mejor, más filigranero y determinante y que tiene un tridente que es, simplemente, una auténtica animalada.
Lean: Lewandowski, 40 goles y 2 asistencias; Raphinha, 28 goles y 22 asistencias y Lamine Yamal, 14 goles y 18 asistencias. El Barça suma 145 goles en 48 partidos. Empieza a amenazar los 190 goles, en 64 partidos, del Barça de Pep Guardiola y Leo Messi, del 2012
Lean: Lewandowski, 40 goles y 2 asistencias; Raphinha, 28 goles y 22 asistencias y Lamine Yamal, 14 goles y 18 asistencias. El Barça suma 145 goles en 48 partidos y, en 21 de ellos, ha marcado cuatro o más tantos. Empieza a amenazar los 190 goles, en 64 partidos, del Barça de Pep Guardiola y Leo Messi, del 2012. La media de goles de este Barça portentoso es de tres tantos por partido. El Barça suma ¡¡¡32 postes!!! Por cierto, 2025 redondo: 23 partidos sin perder (19 victorias y 4 empates).
Lamine Yamal, tendido sobre el césped de Montjuïc. / Ap
Sí valen comparaciones porque este Barça juega bien, juega como un equipo, como una plantilla, enamora, trabaja los 95 minutos, golea, impone su autoridad, no se altera, no parece sufrir, no baja el nivel ni un segundo sea con titulares o suplentes, juega con naturalidad, siempre hacia adelante y, sobre todo, con un gen competitivo que no solo es el ADN azulgrana, de La Masia, sino otros muchos registros que le ha añadido Flick. Este equipo, en cada partido, marca goles en plan tiqui-taca y en plan roba Lewandowski, se la da a Raphinha, éste a Lamine Yamal ¡y gol!, plis-plas, 12 segundos.
Nadie sabe cómo acabará esto, por descontado, pero, ahora, a 11 de abril, hace daño a los ojos comparar a este Barça con este Real Madrid, hombre a hombre, equipo por equipo, plantilla por plantilla, imagen y resultados.