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Las claves del Barça-Atalanta: el tropiezo que no duele

La visita del Atalanta generó la segunda peor entrada de la temporada: 42.728 personas, unas tres mil de ellas procedentes de Bérgamo. La peor asistencia del curso es la registrada ante el Leganés en diciembre (39.523). El aficionado desea emociones fuertes, y estaban en el televisor y la radio por la suerte de los demás.Seguir leyendo….

Santo Domingo - Publicado hace

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La visita del Atalanta generó la segunda peor entrada de la temporada: 42.728 personas, unas tres mil de ellas procedentes de Bérgamo. La peor asistencia del curso es la registrada ante el Leganés en diciembre (39.523). El aficionado desea emociones fuertes, y estaban en el televisor y la radio por la suerte de los demás.

El destino del Barça no variaba fuera primero o segundo. Ni tampoco si caía al tercer o cuarto lugar. No iba a conocer a su próximo rival con certeza. Ya lo conocía: saldrá de la terna entre el Benfica, el Brest y el Mónaco, con los que se ha enfrentado en la liguilla, el PSG que le eliminó el pasado año.

Lamine marca ante la porterría vacía con la oposición de Kolasinac.

Lamine marca ante la porterría vacía con la oposición de Kolasinac. / Jordi Cotrina

Gol del tridente

El aliciente mayor es ver jugar al Barça, presionado en la primera mitad, liberado tras el descanso. Sacó el tapón Hansi Flick con sus correcciones y al minuto y pico marcó Lamine Yamal. Se sacó la espina el extremo, tal vez dolido al comprobar que sus compañeros de delantera doblaban sus goles: tres suyos y seis de Lewandowski y Raphinha.

El gol de Lamine Yamal fue un gol del tridente. De los tres. Construido a partir de un pase de Balde a Lewandowski que se ofreció a recibir en corto el balón, sabiendo que Raphinha iba a correr al espacio. Y tanto que corrió. Al mismo tiempo iniciaba su carrera Lamine Yamal por el otro extremo. Raphinha le envió el balón sin controlarlo, para que el juvenil culminara la jugada. Lo hizo con suspense. Dribló al meta Carnesecchi y forcejeó con Kolasinac en el esfuerzo final ante la portería vacía para abrir el marcador. La ambición por el gol se impuso.

De Jong habla con Koundé, Lamine Yamal y Lewandowski en un parón del partido.

De Jong habla con Koundé, Lamine Yamal y Lewandowski en un parón del partido. / Jordi Cotrina

El cerebro de De Jong

Frenkie jugó de mediocentro único. Un lugar de responsabilidad porque el encargado de ocupar esa posición tiene como misión hacer jugar a los demás. No le corresponde pensar en sí mismo ni en su juego individual, sino en el colectivo. Era la segunda vez que De Jong ejercía de líder, después del día del Betis. Funcionó hace dos semanas, no anoche.

No mira lejos De Jong, no tanto como Casadó. Su afán por arrastrar el balón le permitía, a lo sumo, superar a su par pero no le daba para mirar más allá del compañero más cercano, con lo que no veía ni un desmarque de los tres delanteros. Las irrupciones ofensivas nacieron de las conducciones de Balde, más rápido y más vertical.

Gavi controla un balón en presencia de Ederson.

Gavi controla un balón en presencia de Ederson. / Jordi Cotrina

Un Atalanta sin red

Los tres defensas que deja Gasperini atrás jugaron sin red. A pelo. No cambió pese a que se enfrentaba a un Barça con tres puntas. Tres para tres: Djimisti con Raphinha, Lewandowski con Hien y Lamine Yamal controlado por Kolasinac. Los carrileros (Bellanova y Zappacosta) atendían a la subida de los laterales azulgranas (Balde y Koundé).

La movilidad de Raphinha iba a ser una de las llaves porque su par no podía moverse de la zona y ayudaba a los centrocampista a dar una opción de pase extra muy valiosa por la inferioridad numérica en esa zona el campo. El Atalanta también exigió riesgo al Barça. Dejó a De Ketalaere y Retegui en punta, para que se jugaran el uno contra uno con Araujo y Eric. Los fijaron, y por detrás vinieron Zappacosta y Ederson para marcar, el primero invalidado.

Araujo marca el 2-1 de cabeza en un córner pasado.

Araujo marca el 2-1 de cabeza en un córner pasado. / Jordi Cotrina

Cambios de quita y pon

No le sirvió de nada a Fermín marcar dos goles y dar dos asistencias para mantenerse en la alineación. Méritos contrajo, pensaba, de ahí que paseara mustio por el césped recién llegado el grupo a Montjuïc. Perdió el puesto (y Casadó también) por el regreso de Gavi y Pedri. Cubarsí cedió el suyo para el descansado Araujo y Ferran regresó a la butaca del banquillo que ocupó Lewandowski.

Fermín entró luego, con Ferran y Cubarsí. No se ahorró nada. Ni una brizna de indolencia o de enfado. De su primera internada nació el córner que cabeceó Araujo, solo en el segundo palo. Un grosero error del Atalanta, por más que Koundé y Cubarsí protegen al uruguayo ejerciendo de pantalla. Ningún jugador italiano hizo conato de acudir al balón, y entorpercer algo el cómodo cabezazo que conmemoraba la renovación del contrato.

Szczesny despeja un balón en presencia de Ederson.

Szczesny despeja un balón en presencia de Ederson. / Jordi Cotrina

Szczesny, a medio camino

Anunciado como titular casi definitivamente por Flick, Szczesny dejó de ser el talismán que estaba detrás de las victorias del 2025, uno de los argumentos que esgrimió el técnico para defender su elección. No se perdió con Szczesny, pero se dejó de ganar.

Encajó tres goles el meta polaco, el primero anulado. Ya son 20 los tantos contra el Barça que el eficaz defensa tecnológico llamado VAR ha dejado sin efecto. Szczesny hizo tres paradas y no logró mantener la portería a cero. Ha recibido 8 goles en los 6 partidos que ha sido titular. Tampoco merece ser señalado como culpable único. Podía haber sido la red protectora del equipo que, por un día, no alcanzó la inasumible marca de anotar tres goles por partido. 

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