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La oposición se siente engañada con las obras del Espai Barça
La capacidad de sorpresa por las vicisitudes que está originando la remodelación del Camp Nou parece no tener fin entre los allegados al mundo culé. Cada día hay una nueva, decía un miembro de los grupos que fiscalizan la obra de Joan Laporta respecto al estadio. Esa nueva sorpresa era este lunes la constatación de que Limak resultó ser la empresa…
La capacidad de sorpresa por las vicisitudes que está originando la remodelación del Camp Nou parece no tener fin entre los allegados al mundo culé. “Cada día hay una nueva”, decía un miembro de los grupos que fiscalizan la obra de Joan Laporta respecto al estadio. Esa nueva sorpresa era este lunes la constatación de que Limak resultó ser la empresa peor puntuada en uno de los informes, de los “numerosos informes” examinados por la junta directiva y la oficina técnica del club, según precisó Joan Sentelles, el máximo responsable y supervisor de la magna construcción azulgrana.
El enorme retraso de las obras, constatable, ha pasado de ser una desilusión creciente a un generador de malestar por los constantes aplazamientos y rectificaciones que han ido manifestando los dirigentes: desde noviembre de 2024, la fecha prometida por Limak y publicitada por Laporta y sus directivos, a enero, febrero, mayo, agosto, septiembre, octubre y, presuntamente, “noviembre de 2025”, aventuró Sentelles. La otra previsión del final de las obras, para verano de 2026, ya ha saltado por los aires. El ejecutivo pronosticó a finales de 2027.

Joan Camprubí, tras el debate de Forum Suma Barça ‘Parlem del Barça del futur’ en el recinto modernista del Hospital de Sant Pau. / Jordi Cotrina / EPC
Un fracaso
“La adjudicación de la obra ha sido un fracaso”, expone con rotundidad Joan Camprubí. El líder de Som un clam sostiene el adjetivo en base a una evidencia y una sospecha.
“Es un fracaso porque nos dijeron que sería la constructora más rápida y más económica. La más rápida no lo ha sido, porque llevamos meses de retrasos; a nivel económico, tampoco sabemos si los retrasos impactan en el coste total de la obra”, comentó Camprubí, aludiendo al dispendio añadido de ampliar el alquiler del estadio Lluís Companys.
El equipo ha completado dos ejercicios completos en la montaña olímpica y después de llevarse todos los enseres ha vuelto a instalarse en el recinto. Previo paso por el Johan Cruyff. Las recaudaciones del Lluís Companys alivian la necesidad de los ingresos, que no se equipararan hasta que puedan entrar 45.000 espectadores en el Camp Nou.
“No ha salido el presidente a lanzar un mensaje motivador de los suyos, ni siquiera para mostrarse comprensivo con el malestar de los socios”, expuso un portavoz de Suma Barça, colectivo que más tarde emitía una nota con el siguiente encabezamiento: “Estamos en un momento en el que no podemos creer nada de lo que nos dice la directiva”.

Ricard Font, durante la bienvenida al ‘Parlem del Barça del futur’ del pasado mes de septiembre. / Jordi Cotrina / EPC
El reclamo de la verdad
Suma Barça abundaba en la confirmación de que “la adjudicación de la constructora del nuevo estadio” se concedió a “la peor oferta” y que, además, “no ofreció garantías de plazos, como se ha demostrado”. La directiva aseguró que Limak tendría una penalización de un millón de euros por cada día de retraso. Sentelles explicó que los retrasos se reclamarán si el motivo es imputable a la constructora.
El colectivo barcelonista acusa a la junta de mentir a los socios y aficionados y se emplaza a estudiar “acciones” para exigir “transparencia” a la junta de Laporta. El próximo domingo se celebra la Asamblea de Compromisarios, que vuelve a ser telemática. “Querer la verdad no es hacer daño al club. Sólo queremos la verdad. Tenemos derecho a conocerla”.
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