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La maravilla Lamine Yamal
De pronto, Montjuïc, un estadio que no es ni será de fútbol, con 46.019 eufóricos espectadores que se lo pasaron bomba, se quedó a oscuras en una fría, muy fría noche de enero. Y se iluminó con las luces de miles y miles de teléfonos móviles como si fuera un concierto de Taylor Swift, los Rolling Stones o Coldplay. Seguir leyendo….
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De pronto, Montjuïc, un estadio que no es ni será de fútbol, con 46.019 eufóricos espectadores que se lo pasaron bomba, se quedó a oscuras en una fría, muy fría noche de enero. Y se iluminó con las luces de miles y miles de teléfonos móviles como si fuera un concierto de Taylor Swift, los Rolling Stones o Coldplay.
“Ha sido una imagen muy bonita, muy bonita”, confesó luego un asombrado Hansi Flick, el técnico azulgrana. Tocaba en la montaña la banda de Lamine Yamal, el niño de 17 años que se ha convertido en una maravilla al punto de que se ha abierto, y con razón, el debate futbolístico sobre si es el mejor del mundo equiparado al Salah (32 años) que lidera el nuevo y también brillante Liverpool de Slot.
“Después de Messi, Lamine es el mejor”, contó sin duda alguna Gavi, asombrado también de lo que acababa de hacer su amigo y compañero. No solo por el gol (marcó el quinto con la pierna izquierda, la suya, después de que el VAR le anulara antes otro anotado con la derecha) ni por la deslumbrante asistencia a Koundé en el 2-0, un pase prodigioso por inesperado, preciso, y al mismo tiempo, bello.

Lamine Yamal saluda a Flick tras ser sustituido en la segunda parte del Barça-Betis. / Jordi Cotrina
Lamine Yamal decidió transformar esa fría noche invernal en un concierto de fútbol con pases extraordinarios que ahora son rutinarios -los centros con el exterior que son una bendición para cualquier delantero-, regates mágicos en seco, cabalgadas de área a área -así se gestó el 3-0 de Raphinha- o acciones nunca vista antes. ¿Cuál? La elástica ‘laminiana’, obviamente con el exterior, para deslizar el balón a cámara lenta entre las piernas de Perraud, el defensa del Betis, y dejar solo a su socio Koundé.

Dani Olmo y Lamine Yamal, tras el gol del extremo, el quinto del Barça al Betis en Montjuïc. / Jordi Cotrina
“Gavi es muy emocional, muy emotivo”, dijo al inicio Flick cuando también le preguntaron sobre si ese adolescente nacido en las calles del barrio de Rocafonda en Mataró es ya el mejor del mundo. “La respuesta es sí. En los grandes partidos es dónde brillan los grandes talentos, está en muy buen momento de forma. Es muy brillante, realmente es muy brillante”, admitió el alemán.
“Pero como has dicho lo debemos cuidar”, añadió el técnico refiriéndose a la pregunta sobre la gestión de un ‘monstruo’ como Lamine, cuya magia le equipara a futbolistas que han costado una fortuna, tipo Haaland, o delanteros por quienes se ha esperado años y años como Mbappé para llevárselo al Bernabéu.
Hijo de La Masia
Él, en cambio, es hijo de La Masia, el mismo lugar donde nació Messi a quien no para de recordar con acciones que devuelven la esperanza al culé, al tiempo que lo llenan de nostalgia. “Es la fusión de Neymar y Messi juntos?”, se preguntó Deulofeu, el exjugador del Barça, en su cuenta de X.
Y a Flick, calmado y sereno como acostumbra a ser, lo maneja con naturalidad, interviniendo, eso sí, con autoridad cuando la ocasión lo requiere. Tiene que tutelar como hizo en su día Rijkaard la estruendosa irrupción de un niño llamado Leo que convivió brevemente con Ronaldinho para cambiar las estructuras del fútbol mundial.
Ahora, Lamine está modificando ese paisaje con la misma contundencia siendo tan inesperado por su edad (es más joven que Messi) como por su influencia en el equipo (hay dos Barça radicalmente distintos, uno sin él más triste, apagado y menos eficaz como ya se vio este curso).

Koundé, que firmó el 2-0 del Barça al Betis en Montjuïc, festeja con Lamine Yamal, que le regaló la asistencia. / Jordi Cotrina
Rijkaard manejó de maravilla la llegada de Messi. Flick está trazando idéntico camino. Lo hace con autoridad en la pizarra -la innovación de Dani Olmo como ‘falso nueve’ resultó todo un éxito-, autoridad en la dirección de partidos con mirada más lejana -le dio la noche libre a Lewandowski- y autoridad para ir creándole a Lamine el escenario táctico adecuado para que su explosión futbolística sea atómica. No le importa tampoco sacarlo del campo (no acabó ningún partido, ni Athletic, ni Madrid, ni Betis) para administrar su magia, que parece infinita.
Venía de una lesión en el tobillo derecho, la segunda en pocas semanas en el mismo lugar, pero ha reaparecido con tal grandeza que transforma los partidos del Barça en auténticos conciertos de fútbol. Una máquina, el equipo de Flick, de marcar goles, que se ha levantado de su “noviembre de mierda” donde perdió la ventaja adquirida en la Liga hasta descender al tercer puesto. Y ahora le toca remontar porque tiene al Atlético, líder, a seis puntos, y al Madrid, segundo, a cinco.

Koundé, Lamine Yamal, Araujo, Dani Olmo y Raphinha festejan uno de los cinco goles del Barça al Betis en Montjuïc. / Jordi Cotrina
Lleva el Barça 88 goles en 29 encuentros (3.03 por partido), con dos ‘manitas’ consecutivas siendo la sensación del fútbol europeo al mismo nivel del Liverpool de Slot porque es atrevido, divertido y que llena tanto los ojos que se convierte en un regalo para su afición. La evolución ha sido tremenda.
El Barça más joven en los últimos 7 años
En sus primeros 29 partidos de la pasada temporada, el Barça de Xavi había logrado 57 goles (1,96 por encuentro). O sea, 31 tantos menos que el Barça de Flick. “Es muy bonito ver la conexión que hay en el campo y también con la grada”, confesó el técnico alemán, el verdadero autor ideológico de un equipo que ha empezado el 2025 como un trueno renaciendo de ese otoño en el que pareció languidecer.
Y Flick lo ha hecho con Lamine como bandera de una pandilla de jóvenes. Era ante el Betis la alineación más juvenil de la temporada ya que su media de edad era de tan sólo 23 años y 277 días. O sea, el técnico alemán batía un registro que databa del 31 de octubre de 2018. Era tammbién otro partido de Copa cuando jugó un equipo ante la Cultural Leonesa con una media de 23 años y 173 días.
En este inicio de 2025, el conjunto azulgrana ha jugado cuatro partidos. Son cuatro victorias, 16 goles a favor (media de cuatro por partido) y solo tres en contra (dos de ellos a balón parado: la falta de Rodrygo, el penalti de Vitor Roque). Cuatro triunfos y un título, la Supercopa de España, que le ha dado una madurez futbolística al plan trazado por Flick, quien ha logrado reconectar a sus jugadores después de una caída en la Liga (cinco puntos de los 21 posibles incluyendo la derrota con el Atlético de Madrid que le hizo perder el liderato).
Magia nada barroca
La precocidad de Lamine, futbolista tan mágico como nada barroco, concreto y cada vez más certero porque está afinando su puntería (encadena tres partidos consecutivos marcando, algo que no había sucedido nunca), astuto y clarividente de tal manera que es el jefe de la banda con apenas 17 años, algo que ni Messi pudo hacer en sus deslumbrantes inicios.

Lamine Yamal festeja su gol, el quinto del Barça al Betis en el partido de Copa de Montjuïc. / Jordi Cotrina
Ni siquiera Neymar, el ídolo de la infancia de Lamine, alcanzó estos registros en sus inicios. Y Lamine, que es, como escribió Deulofeu, la fusión de ambos llenó la montaña olímpica de sonrisas y luces de teléfonos móviles para decirle al barcelonismo que ha venido de La Masia, esa residencia que es, a la vez, una idea única, para quedarse por muchos años.
El partido de Lamine Yamal ante el Betis, en cifras
- 77 minutos
- 1 gol (el 5-0)
- 1 asistencia a Koundé (el 2-0)
- 3 tiros, 1 a puerta, 2 bloqueados
- 46 toques al balón
- 5 regates buenos de 7 realizados
- 6 duelos en el suelo ganados de 10 hechos
- 19 pases buenos de 23 realizados (83%)