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La contracrónica del Brujas-Barça: una absurdidad
En el minuto 31 y 35 segundos, el árbitro pitó la primera falta del partido. La cometió Raphael Onyedika para interrumpir un avance de Lamine Yamal lejos del área. Fue tan grave, que le granjeó la tarjeta amarilla. Hasta el descanso hubo sólo dos faltas más. Las dos fueron azulgranas: de Eric y de Araujo. El primero junto a la línea…
En el minuto 31 y 35 segundos, el árbitro pitó la primera falta del partido. La cometió Raphael Onyedika para interrumpir un avance de Lamine Yamal lejos del área. Fue tan grave, que le granjeó la tarjeta amarilla. Hasta el descanso hubo sólo dos faltas más. Las dos fueron azulgranas: de Eric y de Araujo. El primero junto a la línea de banda; el segundo, en la mitad de campo belga. Un sinsentido que duró toda la noche, con otras variantes, hasta el final con un osado regate de Wojciech Szczesny que pudo crucificar al equipo con una derrota vergonzosa. El 3-3 bordeó la absurdidad.
«Cuando vas a remolque, marcas un gol y a los cinco minutos te vuelven a marcar, es jodido», se lamentaba Eric Garcia, que parecía más enfadado por el resultado que por el golpe recibido. Aun creyendo que le habían roto la nariz. Eric admitió tácitamente que se vio desbordado en la defensa. «Con dos pases se te meten en el área», dijo, denunciando las pérdidas de balón en zonas delicadas que obligan al equipo a navegar contracorriente. «Es un trabajo de todos», concluyó Eric.
Entre ellos, de Frenkie de Jong, quien creía que el Barça mereció ganar -hubo 23 remates, tres de ellos al poste- y que debe hacer «muchas cosas mejor». La comparación con el recuerdo del tricampeón es hiriente en estos momentos. «Tampoco tenemos el mejor equipo de Europa. El año pasado encajamos demasiados goles y no ganamos la Champions», recordó de un Barça que era imperfecto y ahora, además, es muy vulnerable.

Carlos Forbs marca el primero de sus dos goles al Barça. / Efe
Parece el Barça desquiciado, desorientado, porque de pronto ha olvidado lo que había aprendido. Sabía ejercer una presión estupenda, digna de admiración; era avasallador con el avance de su línea defensiva, que terminaba por desquiciar al rival. Era constante en la intensidad futbolística, con y sin balón. Al Barça, al final, le salvaba el VAR, y ahora todos los goles del rival suben al marcador.
Dos encajó en 17 minutos, una prontitud que no se repetía desde hace 20 años, cuando el Chelsea le endosó dos en ese tiempo, tres en 19 minutos, en 2005 al Barça de Rijkaard y Ronaldinho, que luego mantuvo viva la esperanza con dos goles. Aquel Chelsea era campeón de Europa y no era este Brujas. Tampoco Fermín es Ronaldinho.

Lamine Yamal y Marc Casadó se felicitan tras una jugada. / Dani Barbeito / SPO
Tal vez lo sea Lamine Yamal. El impacto del adolescente de Rocafonda en el equipo ha adquirido una dimensión parecida. Más allá del carisma popular que posee entre la masa futbolística como era el caso del brasileño, el extremo prodiga su capacidad decisiva en el césped. Se agrandó Lamine Yamal frente a Joaquin Seys, un lateral permisivo y amable al que atormentó con sus quiebros y requiebros. Fue la luz que iluminó el camino hacia la victoria, pero la ofuscación de los demás mantuvo al Barça en la penumbra.

Fermín y Lamine Yamal celebran el momentáneo 2-2. / OLIVIER MATTHYS / EFE
Cuatro veces disparó el Brujas en el primer tiempo, dos veces acertó. El Barça conectó ocho disparos, de los que sólo recibió un premio: el remate de Ferran Torres a quien Fermín colocó solo ante el meta Jackers.
De las dos faltas en 45 minutos se pasó a las dos faltas en 3 minutos en la reanudación, con tarjeta para Jules Koundé, la representación del aturdimiento general. Con excepciones. Fermín la primera, por su constancia en sobresalir de la mediocridad con la asistencia a Ferran, un tiro al poste y un remate que voló hacia las nubes. Luego le relevó Lamine Yamal.
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