Cómo debió ser aquello que Rafael Louzán, nuevo, de momento, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, ha tenido que pedir disculpas, públicamente, por el comportamiento de Joan Laporta en el antepalco del estadio King Abdullah Sports City, donde profirió insultos como hijos de puta!, cobardes y sinvergüenzas a la cara de una docena de presidentes de diversas federaciones territoriales,…
Cómo debió ser aquello que Rafael Louzán, nuevo, de momento, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, ha tenido que pedir disculpas, públicamente, por el comportamiento de Joan Laporta en el antepalco del estadio King Abdullah Sports City, donde profirió insultos como “¡hijos de puta!”, “cobardes” y “sinvergüenzas” a la cara de una docena de presidentes de diversas federaciones territoriales, presentes en Yeda, con motivo del Barça-Athletic, de la Supercopa de España.
Esos mismos directivos, al día siguiente, exigieron a Louzán que se le abriese un expediente informativo a Laporta y, si tocaba, sancionarle ante la actitud “esperpéntica, increíble, vergonzosa” del máximo mandatario azulgrana. Cómo debió ser aquello, que los organizadores del evento reforzaron, al día siguiente, con motivo de la segunda semifinal, Real Madrid-Real Mallorca, las medidas de seguridad para acceder al palco pues, según explicó la COPE, “Laporta entró en el palco acompañado de un grupo de palmeros, que no tenían acreditación para estar allí”.
“Mire, hubo un momento que temí lo peor”, explicó, el pasado jueves, uno de los presidentes territoriales que presenció el lamentable acontecimiento y que, por descontado, recibió “sorprendido, pero algo inquieto a la vez” los insultos de Laporta. “Temí volver a vivir un altercado tan bochornoso como el que vivimos, en marzo de 1996, a la entrada de la sede de LaLiga, cuando Jesús Gil y Gil propinó un puñetazo a la cara de José María Caneda, presidente del Compostela. ¿Lo recuerda, verdad?, pues temí, sí, que alguno de nosotros contestase a los insultos de Laporta y se liara de verdad”.
Sin sopresas
Ninguna, absolutamente ninguna, de las personas consultadas por El Periódico para elaborar esta aproximación a la personalidad del excéntrico y descontrolado presidente del Barça se ha mostrado, ni poco ni mucho, “nada”, sorprendido por lo ocurrido en Yeda. “Hemos visto cientos de ‘botifarras’, hemos presenciado miles de desplantes y, por descontado, hemos oído lanzar millones de insultos a lo largo de los años que hemos convivido con este personaje”, reconocieron todas las fuentes consultadas.
“No seré yo, que no he podido someterle a un examen concienzudo y profesional, es decir, a una sesión de psicoterapia, quien afirme que Laporta tiene un perfil X o un perfil Y”, comenta Xavi Lucas, uno de los psicólogos deportivos de mayor prestigio en España. “Desde luego, no hubiese estado mal que, en su momento, ahora ya creo que es demasiado tarde, se hubiese puesto en manos de un profesional que le ayudase aunque, tal vez, con la personalidad que tiene, lo ególatra y narcisista que es, seguro que piensa que, de la misma manera que no necesita CEO, director general o director financiero para dirigir el Barça, tampoco necesita ayuda para mejorar su comportamiento o ser una persona normal”.
Lucas coincide con todos los consultados en el sentido de que Laporta “ya va sin cinturón por la vida, ya no llegamos a tiempo de parar nada”. Cuando alguien pronuncia la frase “yo tengo el Barça en mi cabeza y, por tanto, no necesito a nadie para gobernar el club, está considerándose el faraón, el cesar, el emperador, el gran dictador. Y, a partir de ahí, no hay freno posible. Laporta no se rodea de profesionales, se rodea de aduladores. Laporta solo quiere gente en su entorno que le diga ‘sí, señor’ y que no le lleven la contraria. Lo peor de lo ocurrido en Yeda, es que ninguno de los que le acompañaban le frenó. Tal vez, incluso, le rieron aquella gracia”.
Sin cinturón
“El Laporta de Jeddah es el mismo que el Laporta de Luz de gas, aquel que se tiraba el cava por la cabeza”, sigue razonando Lucas. “Es alguien con problemas en su ámbito familiar, personal y profesional. Es alguien que el amor que siente por sí mismo es tan grande, tanto, que le permite creer que es el mundo el que está equivocado. Su ego es tan robusto, su discurso, su poder de convencer, de disuadir, de encantar es tan grande, que cree que es el puto amo de todo. Y, claro, cuando las cosas se giran, cuando se ve, como se vio en Yeda, al borde del precipicio y, de nuevo, se salva, hace el corte de mangas y vomita sobre todo el que se le pone por delante. Repito, va sin cinturón. Ya no llegamos a tiempo”.
“Cuando tú compras a Jan y él es un gran, un inmenso, un tremendo embaucador, lo que significa que hay muchísima gente que se lo ha creído, que se lo cree, compras al bueno y al malo, compras a los dos”, explica una de las personas que más cerca ha estado de Laporta desde que tomó posesión en el 2003 de la presidencia del FCBarcelona. “Es ahora, precisamente ahora, cuando él se encuentra, después de superar, sin duda, uno de los sustos de su vida, en el escenario, en el teatro, que más le gusta: yo contra el mundo, yo contra todos”.
Este ejecutivo, ahora en una gran multinacional norteamericana y viviendo buena parte del año en Miami, afirma, conociendo aún muy bien las interioridades del club, que “este Laporta que vemos ahora es fruto de la traición. Jan considera que Sandro Rosell le traicionó en 2005 y Ferran Soriano, en 2008. Y, cuando ha tenido la oportunidad de volver a ser presidente, en 2021, decidió que solo se rodearía de los suyos, de leales, de fieles, de aduladores, fueran o no los mejores, fueran o no profesionales. Eso le importa muy poco: él solo quiere gente que le diga ‘sí, señor’, fieles, soldados. Por eso, los profesionales que fichó acabaron huyendo. La gente que está con Jan no quiere al club, quiere a Jan, están sometidos a Jan, de lo contrario no están”.
Gritos y desplantes
“Ese sometimiento”, continúa explicando este exejecutivo azulgrana, “va hasta el extremo de aceptar todo tipo de ofensa. La fidelidad de ese séquito llega hasta el extremo de aceptar gritos y desplantes, insultos como los que sufren, a diario, Rafa Yuste, Elena Fort y, hasta hace pocas horas, el bueno de Juli Guiu, que ya no ha podido más y lo ha dejado plantado, lo que le importará bien poco a Jan”.
Esta fuente dice más, mucho más, a la hora de completar el estilo de mando de Laporta. “El mundo ha girado hacia el populismo, por desgracia. Y, en ese nuevo mundo, en ese nuevo estilo de comportarse y mandar, vale todo, especialmente todo lo visceral. Laporta, además, gobierna provocando miedo, mucho miedo. Quisiera recordarle, por si usted no se acuerda, que todo un vicepresidente económico como Eduard Romeu llegó a reconocer, publicamente, que le dio miedo verse con Laporta y comunicarle que iba a dejar el club. Y Romeu, en teoría, era su mano derecha. Repito: le daba miedo verle, anunciarle que se iba”.