El Mundo
Italia libera a un miliciano libio buscado por la Corte Penal Internacional y acusado de torturar a migrantes
Primero lo detuvieron, luego lo dejaron ir. Es el oscuro desenlace del arresto en Italia de Osama al Najim, un miliciano libio buscado por la Corte Penal Internacional (CPI) y acusado de torturar a migrantes. Al Najim, vinculado al Gobierno de Unidad Nacional de Libia el que apoya Italia, de los dos Gobiernos que existen en el país, había sido detenido…


Primero lo detuvieron, luego lo dejaron ir. Es el oscuro desenlace del arresto en Italia de Osama al Najim, un miliciano libio buscado por la Corte Penal Internacional (CPI) y acusado de torturar a migrantes. Al Najim, vinculado al Gobierno de Unidad Nacional de Libia —el que apoya Italia, de los dos Gobiernos que existen en el país—, había sido detenido el pasado domingo en Turín en ejecución de un mandato de captura internacional. Sin embargo, finalmente ha sido puesto en libertad por un supuesto error de procedimiento durante su arresto y ya se encuentra en Libia. País en el que fue recibido por una eufórica multitud después de que Italia lo trasladara en un avión oficial, según ha informado el diario La Repubblica.
El caso había suscitado interés al producirse después de que, por varios años, migrantes llegados a Italia señalaran a al Najim como el responsable de abusos sexuales, palizas y privaciones inhumanas ocurridas en cárceles de migrantes gestionadas por él en el país norteafricano. La historia de al Najim es, de hecho, bastante peculiar, según las reconstrucciones que se conocen. Conocido en su país por su contribución al derrocamiento y muerte del dictador Muammar Gadafi (2011), posteriormente habría ejercido como responsable de las cárceles de Mitiga y Ain Zara, conocidas como centros en los que se cometen torturas contra migrantes.
Además, según medios locales, al Najim, también sería un personaje de primer plano vinculado a un grupo extremista cercano al Gobierno de Trípoli, lo que, de acuerdo con algunas fuentes, podía hacer saltar equilibrios en el país. En paralelo, el historial del miliciano también alimentó desde el principio especulaciones sobre la posibilidad de que su detención pudiera ayudar a esclarecer si Italia ha violado —también indirectamente— los derechos humanos en Libia, en sus acuerdos para frenar la inmigración irregular que desde ese país sueña con alcanzar Europa.
Chantajear a Europa
La historia de al Najim, conocido también como el general Najeem Osema Almasri Habish, incluso fue relatada por el periodista Nello Scavo, en su libro Las manos sobre la Guardia Costera. Al Najim exigía “legitimación, fondos y libertad de acción en los campos de prisioneros gubernamentales”, porque era uno de los que podían “chantajear a Italia y Europa con [el envío de] botes de inmigrantes”, escribió Scavo. Por eso también transfería los migrantes “desde lugares de detención tanto no oficiales como oficiales de Trípoli a la estructura de Mitiga, con el propósito principal de utilizarlos para trabajos forzados como una forma de esclavitud”, añadía el periodista en el volumen.
La puesta en libertad del miliciano ha sido duramente criticada por diversas oenegés y políticos de las oposiciones de centroizquierda e izquierda, que han culpado al Gobierno de Giorgia Meloni. “Es gravísimo que el comandante de la policía judicial libia haya sido liberado y enviado de vuelta a Libia, a pesar de que exista una orden de arresto de la CPI. Presentamos una interpelación urgente al ministro [de Justicia, Carlo] Nordio para que comparezca en el Parlamento en las próximas horas”, ha afirmado el secretario de +Europa, Riccardo Magi.
Millones de euros
“Esta detención es una prueba de cómo todo el sistema libio ha sido apoyado con millones de euros en los últimos años”, había señalado con anterioridad la oenegé italiana de rescate de migrantes Mediterranea Saving Humans. Y en tonos parecidos también Amnistía Internacional (AI) había pedido al Gobierno de Italia de entregar el miliciano lo más rápido posible al CPI “en cumplimiento de sus obligaciones”.
Esta periodista se puso en contacto con la CPI para obtener más información sobre el caso; sin embargo, no recibió una respuesta.