Deportes
Igualada, una ciudad volcada con el hockey
«No sé, yo empujé la pelota y ya está», dice con timidez Marc Carol (Igualada, 2002). El domingo pasado firmó los dos goles que le dieron al Igualada Hoquei Club su segundo título consecutivo de la WSE Cup, la antigua Copa de la CERS. Todavía le duele la garganta de tanto gritar. Es el séptimo título seguido de la WSE Cup…
«No sé, yo empujé la pelota y ya está», dice con timidez Marc Carol (Igualada, 2002). El domingo pasado firmó los dos goles que le dieron al Igualada Hoquei Club su segundo título consecutivo de la WSE Cup, la antigua Copa de la CERS. Todavía le duele la garganta de tanto gritar. Es el séptimo título seguido de la WSE Cup para el hockey catalán: ya son 18 de los 22 campeonatos españoles, por delante de Portugal (12) e Italia (10). El hockey catalán no gana la Champions League desde 2018, pero sigue liderando su palmarés con 40 títulos en 58 ediciones entre el Barça (22), el Reus (8), el propio Igualada (6), el Voltregà (3) y el Noia (3), capitales del hockey. España es el país que ha ganado más veces el Mundial (18) y ha alzado diez de las últimas 12 Eurocopas, siempre con plantillas que hablan catalán.

El capitán del Igualada recoge la copa. / XAVI GARCIA
Las seis Champions League del Igualada cayeron entre 1993 y 1999. El actual capitán, Roger Bars, nació en 1998, pero las ha visto todas en YouTube. «Haber tenido la suerte de poder ser el siguiente capitán del Igualada en levantar un título europeo es algo mágico. Cuando sea mayor lo recordaré y pensaré: ‘Esto fue grande'», cuenta afónico. Por el camino han superado al Calafell, al temible Sporting de Lisboa y al Lleida en semifinales. La Final Four de la WSE Cup se ha disputado en Igualada igual que el año pasado, en un pabellón lleno hasta la bandera. 1.400, 1.500 personas. «Ha sido impresionante», afirma.
Deuda ya saldada
«Ha sido la hostia», afirma Manel Burón (Igualada, 1969). Fue durante décadas la voz del pabellón y de Radio Igualada y en 2010 asumió la presidencia de un club con una deuda de 220.000 euros, ahora ya saldada. El lunes tuvo el mejor regalo posible para celebrar su doble aniversario: 56 años y tres lustros como presidente. Una rúa por las calles de la ciudad en un autobús serigrafiado con los rostros de los jugadores y escoltado por decenas de coches y motos que acabó en la plaza del Ayuntamiento.
Prosigue Carol: «Sabemos que es un deporte minoritario, pero hay mucha gente que lo ama y que pierde tiempo y dinero con esto. Ver toda la ciudad volcada me emocionó». «La plaza no estaba llena al 100% porque es grande», admite. «Pero fue increíble«, asegura. Dice que se sentía raro en el balcón del Ayuntamiento: «Nos veía ahí arriba y no podía entender que nos hubiera venido a ver tanta gente. Hacía buen tiempo, pero piensas: ‘¿Qué hace toda esta gente aquí un lunes por la tarde dejándose la voz y esperando que estos tíos levanten una copa?'».
No olvidará el final de la final: «Son tantas emociones que en realidad no te pasa nada por la cabeza. Solo ves cosas y estás muy contento. No sé, no sabría cómo describirlo. Sentí la cuenta atrás de la afición, la bocina final, pero seguí patinando en la misma dirección. Hasta que de repente me di cuenta de que habíamos ganado«. En la grada estaba su abuelo, Salvador: «Bajó a la pista y me abrazó. Cada vez que nos hemos visto esta semana me ha dicho que aún está emocionado». «Me cuesta hablar de estas cosas, pero todo esto se lo dedico a mi padre. Murió hará cuatro años», asiente.
En casa le contaban historias de hockey cuando era pequeño. Él empezó a jugar por su tío y sobre todo por su padre, que llegó a entrenar con el mítico equipo de los 90. Bars empezó por un hermano. Se calzaron los patines por primera vez con tres o cuatro años, como tantos otros niños de Igualada y de tantas ciudades y pueblos de Catalunya que son Galias del hockey. Ciudades y pueblos donde la tradición se perpetua y sobrevive por la vía familiar.
Minoritario y mayoritario a la vez
El hockey patines encarna un fenómeno particular: en el cómputo general es un deporte minoritario, a la sombra de los más populares, pero es o por lo menos parece mayoritario en los sitios donde se siente y se vive. En la clase de Carol no había mucha diferencia entre los niños que hacían fútbol y los niños que hacían hockey. «Por suerte nací en Igualada y aquí no tengo la percepción de que sea un deporte minoritario», explica. Aparece cuando sale. «O cuando explico que juego en la máxima categoría y que a la vez estoy trabajando y la gente me mira un poco raro».

Imagen de grupo de la celebración. / XAVI GARCIA
Carol trabaja media jornada como ingeniero técnico. Y Bars, en un colegio como coordinador de extraescolares y monitor de comedor: «Uno de los objetivos a largo plazo es que sería muy, muy bonito poder vivir del hockey en Igualada. No tener la necesidad de salir». «No podría vivir del hockey si no fuera porque vivo en casa de mis padres y tengo otro trabajo», dice Carol. El club invierte unos 12.000 euros al mes en el grupo de más de 20 personas que forman la plantilla y el cuerpo técnico. «Lo mismo que cobra el portero del Sporting de Lisboa», asegura Burón. Lograr la WSE Cup el curso pasado supuso perder jugadores seducidos por ofertas profesionales.
La idea es llegar a la profesionalización plena en los próximos años, aprovechando el crecimiento: en tres años se ha pasado de menos de 200 socios a bordear los 400 y de rondar los 300, 400 aficionados por partido a consolidar los 750 y superar los mil en las grandes noches: «Ha vuelto gente que hacía 25 años que no venía».
Sonríe Igualada y sonríe Reus, porque su equipo se proclamó campeón de la Copa del Rey el 9 de marzo. Dice Martí Casas (Mataró, 1995), MVP del torneo y autor de cinco goles en la final ante el Lleida (5-4): «Somos muy derrotistas con el hockey y creo que estamos haciendo muy bien las cosas. Tenemos un deporte dinámico y divertido que es un producto chulísimo, con pabellones llenos donde no cabe ni una aguja y empresas que continúan invirtiendo. Todo esto hay que ponerlo en valor».
Suscríbete para seguir leyendo