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El Real Madrid se sobrepone con ayuda del árbitro a un eclipse parcial del Leganés
Hubo eclipse en el Bernabéu, pero solo fue parcial. El Leganés, ese que esta misma temporada ya había ganado a Barça y Atlético, tapó durante un rato el esplendor del Real Madrid, un suceso excepcional que, como tal, merece ser contemplado. Pero la luz blanca se acabó imponiendo, remontada mediante, actuación arbitral nefasta mediante, para que el conjunto blanco le siga aguantando…

Hubo eclipse en el Bernabéu, pero solo fue parcial. El Leganés, ese que esta misma temporada ya había ganado a Barça y Atlético, tapó durante un rato el esplendor del Real Madrid, un suceso excepcional que, como tal, merece ser contemplado. Pero la luz blanca se acabó imponiendo, remontada mediante, actuación arbitral nefasta mediante, para que el conjunto blanco le siga aguantando el pulso a un Barça que deberá ganar este domingo al Girona para mantener su ventaja de tres puntos al frente de LaLiga. El Atlético, tras su empate en Cornellà, parece ya una estrella fugaz en esta constelación.
Rotó mucho, quizá demasiado, Carlo Ancelotti y eso le llevó a la furia y al tembleque. Las cosas de la ciclotimia que absorbe al Madrid en esta temporada de claroscuros. Se adelantó con un gol de dudísimo (siendo generosísimo) penalti de Mbappé, se dejó remontar con dos goles en siete minutos y, ya en la segunda parte, Bellingham y de nuevo Mbappé tras una falta dudodísima (siendo generosísimo) terminaron por devolver las aguas a su cauce. No habrá vídeos oficiales ni cartas a la Federación quejándose del arbitraje esta vez.
Fue un Real Madrid que saltó al Bernabéu sin Vinicius, Rodrygo, Valverde, Tchouaméni ni el tocado Courtois. Cinco titulares ausentes, cifra que se puede incrementar si se incluye en la ecuación a los Mendy, Ceballos, Carvajal o Militao. De los once titulares de este sábado, en fin, solo Mbappé, Bellingham y Rüdiger tienen etiqueta de intocables con la enfermería vacía.
Parecía un riesgo asumible ante un rival a priori muy inferior como el Leganés, hasta licencias inusuales de Ancelotti, como darle la titularidad en Liga a Arda Güler (no ocurría desde diciembre), encajaban en el contexto del recién finalizado parón internacional y del decisivo mes de abril que le espera al Real Madrid.
El inicio del choque parecía avalar el plan b trazado por ‘Carletto’. Lo reforzó el gol de penalti con el que se adelantaron los blancos. La acción de Óscar sobre Arda Güler no parecía en absoluto merecedora de sanción, pero González Fuertes entendió que era falta y Melero López decidió que no merecía corrección alguna desde el VAR. Mbappé, a lo panenka, ejecutó el polémico lanzamiento.
La paz, porque un gol en el Bernabéu contra un rival inferior da más paz que alegría a la parroquia blanca, duró sin embargo una jugada. Pérdida blanca, contra de Rosier, pase de Óscar y gol de Diego. Siete minutos después, idéntica secuencia con remate final de Raba. En un abrir y cerrar de ojos, del 32 al 41, el Madrid pasaba de ganar 1-0 a perder 1-2. Por el camino, jugadores retratados como Lucas Vázquez, Fran García y Brahim.
La bronca de Ancelotti en el descanso no se conoce pero se intuye. Se percibió enseguida, de hecho, pues en apenas un par de minutos comenzó el Madrid a expiar sus pecados. Tras dos remates que la defensa pepinera sacó de la línea de gol, Bellingham empató el duelo por pura insistencia de buscarlo. Siempre es el inglés un termómetro fiable de este Madrid.
Vinicius y Rodrygo comparecieron a la hora de partido para elevar la apuesta y tratar de culminar la remontada. Valverde lo hizo poco después. El Leganés, a partir de entonces, se conjuró para encastillarse en su área y que fuera lo que tuviera que ser. Y resultó que tenía que ser una falta muy cuestionable de Tapia a Rodrygo al borde del área, en la que el peruano tocó claramente el balón, que Mbappé transformó en gol.
El francés, gracias a dos decisiones arbitrales que favorecieron a su equipo, se emplaza ya a un solo gol del pichichi que encabeza Lewandowski con 23 goles. Nada que interesara a un Leganés que trató de negar su destino con arreones, gracias a la reaparición de la versión más indolente y contemplativa del Real Madrid.
Jugar con fuego no le costó esta vez caro al equipo de Ancelotti, que amarró una victoria que sin duda mereció pero que traerá cola por las decisiones arbitrales que precedieron a los dos tantos de Mbappé. Quienes ven conspiraciones a favor del Real Madrid, hoy bramarán; quienes las ven en su contra, hoy simularán un eclipse total. Ley de vida.