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El Girona pierde en Pamplona y se encamina hacia el infierno

Inseguro y triste se encamina el Girona hacia las puertas del infierno. Sin respuesta y sin ideas, sin ánimo y sin alegría, la revelación del curso anterior por meterse en Europa, lo es en el actual por meterse en problemas, en una larga trayectoria cuesta abajo a la que no se le adivina el final. No paró tampoco en Pamplona. Osasuna,…

Inseguro y triste se encamina el Girona hacia las puertas del infierno. Sin respuesta y sin ideas, sin ánimo y sin alegría, la revelación del curso anterior por meterse en Europa, lo es en el actual por meterse en problemas, en una larga trayectoria cuesta abajo a la que no se le adivina el final. No paró tampoco en Pamplona. Osasuna, en cambio, celebró con euforia la virtual salvación de la categoría.

Ya son nueve jornadas sin ganar, con 3 puntos obtenidos de los últimos 27, y el conjunto de Míchel Sánchez ha dejado de mirar al Villarreal, al Betis o al Athletic, sino que debe cuidarse de no acercarse tanto al Leganés, el Las Palmas o el Alavés, que llevan colgada la etiqueta del descenso.

Sin excusas

Se han agotado las excusas del cansancio y del intenso calendario afrontado por la Champions, porque el equipo ha empeorado cuando dejó de jugar entre semana. Tampoco sirve de disculpa los dos goles anulados en El Sadar por el VAR, que midió los centímetros que ilegalizaban a Danjuma y Stuani, uno en cada parte, que habría significado el 0-1 y el 1-1, respectivamente.

Cuando el Girona tenía embotellado a Osasuna, los rojillos perdían tiempo y la hinchada silbaba por el sufrimiento defensivo, un saque de banda inofensivo a la altura de los banquillos, con dos jugadores locales (Budimir y Pablo Ibáñez) y cinco defensores gerundenses, concluyó con el 2-0 que deja a los rojiblancos sin coartadas, a cinco puntos del descenso. Acertó Yaser Asprilla, el que más chutó a portería, en el minuto 95. Demasiado tarde. Demasiado lejos estaban los puntos.

Pablo Ibáñez celebra con Kike Barja el 2-0.

Pablo Ibáñez celebra con Kike Barja el 2-0. / Jesús Diges / EFE

Una jugada sencilla

En un duelo frente a un rival en las mismas decadentes circunstancias (ocho partidos sin ganar), pesó el factor campo, que ya de por sí suele ser influyente en Pamplona. Osasuna tiene unos mecanismos más sencillos que el Girona, que bien ejecutados son infalibles por los siglos de los siglos. Los conoce todo el mundo, y a uno de ellos había aludido Míchel en la víspera: los centros al área.

En una jugada elaborada de córner, Budimir se anticipó a Romeu para cabecear con oficio en la vertical del primer palo. No podía sentirse sorprendido el Girona. Pocos minutos antes, en un centrochut de Moncayola, Gazzaniga había quitado el balón de la cabeza al delantero. En la jugada inmediatamente consecutiva, Danjuma marcó un gol, anulado por fuera de juego. Lo que podía haber sido un punto de inflexión, que quedó borrado y sin efecto en el ánimo de los contendientes.

Sergio Herrera, el portero de Osasuna, desvía un remate del Girona.

Sergio Herrera, el portero de Osasuna, desvía un remate del Girona. / Jesús Diges / EFE

Tampoco lo produjo el paso por el descanso. Antes de que pudiera atisbarse la reacción del Girona, se observó la voluntad de Osasuna de sentenciar con el segundo gol. Fue efímero. Chutó Tsygankov, y chutó Asprilla, su sustituto, después de muchas posesiones infructuosas que terminaban sin el disparo a portería.

El resultado y la actitud general llevaron a Míchel a apelar a Stuani, como siempre, y a Iván Martín, que reaparecía. Osasuna sacó defensas y cavó su fosa porque el juego se desarrolló en su parcela. Encajó un segundo gol por un mal rechace de Herrera a tiro de Arnau, pero Stuani estaba unos centímetros adelantado a la defensa rojilla, igual que Danjuma.

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