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El beso al gol y el ‘hombre caído’, por Juan Cruz
En otro tiempo, dentro y fuera de su cancha, la Real Sociedad de San Sebastián, el buen equipo donostiarra, fue un martirio para el Barça. Ahora el Barça ha certificado la razón que tenía ayer Fernando Aramburu, el gran escritor donostiarra, para creer que lo que iba a pasar convocaba al desastre del equipo con cuya camiseta vive su alma. Eso…

En otro tiempo, dentro y fuera de su cancha, la Real Sociedad de San Sebastián, el buen equipo donostiarra, fue un martirio para el Barça. Ahora el Barça ha certificado la razón que tenía ayer Fernando Aramburu, el gran escritor donostiarra, para creer que lo que iba a pasar convocaba al desastre del equipo con cuya camiseta vive su alma. Eso me dijo: ya verás cómo nos dan fuerte.
Muy pronto el equipo de Imanol, que parece jugar todavía, enfadado con sus desgracias, escéptico con los ramalazos suaves de su delantera, se puso en las manos del peor azar: las faltas graves cuando el equipo azulgrana puso a correr a Olmo.
Del Olmo seco…, escribió Antonio Machado; pues este Olmo que vino al Barça a crear peligro y también a propiciar goles, generó en seguida que el fútbol se puso caliente una expulsión (la de Aritz Elustondo) que dejó a Imanol buscando de la nada, de lo poco, soluciones inmediatas. Era una opción que en seguida descarriló. Y descarriló no una vez, sino cuatro veces por ninguna de los donostiarras diezmados. Casadó celebró su gol besando el balón. Me pareció una metáfora de amor que viene de La Masia, una señal de que el Barça es ahora un equipo juvenil con la esperanza metida en el cuerpo.
El Aramburu de la literatura
Estos dos días previos al partido me los pasé leyendo la ya inolvidable obra, ‘Hombre caído’ (Tusquets), con la que el autor de Patria (qué historia, qué gran novela del Aramburu de la literatura: hubo otro Aramburu donostiarra en el campo, que fue sustituido) nos regala esta temporada de libros.
Hombre caído es una sucesión de relatos, el último de los cuales lleva ese título, ‘Hombre caído’. Ahí, en medio de una ciudad, un hombre yace en el suelo, no se levanta, la gente se pregunta qué pasará con él, cómo ayudarlo. A lo largo de las 284 páginas, que van del principio al fin de esta prosa que parece venida de la pasión por crear música escribiendo, sentí que estaba siempre, con cada relato, al borde de una historia cuyo destino era la desgracia.
Pues desde que la Real perdió al jugador que quiso detener de mala manera a Olmo, este equipo que en otras ocasiones le ha mordido la oreja, y también el ánimo al Barcelona, se fue rindiendo a las distintas maneras de jugar que exhibe el conjunto azulgrana. La Real fue como un hombre caído en una cancha que ahora le resultará inolvidable al buen Imanol que este domingo sufría.