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El Barça se pierde y no lo sabe

A veces no sé qué equipo es el Barça. Anoche fue a la vez el peor equipo del mundo y el mejor equipo del mundo, se rompió al principio, se rehízo, volvió a perderse, dejó que fuera uno solo, Lamine, el que jugara, y después se convirtió en un equipo amateur desangelado y triste, como si estuviera purgando los aciertos del…

A veces no sé qué equipo es el Barça. Anoche fue a la vez el peor equipo del mundo y el mejor equipo del mundo, se rompió al principio, se rehízo, volvió a perderse, dejó que fuera uno solo, Lamine, el que jugara, y después se convirtió en un equipo amateur desangelado y triste, como si estuviera purgando los aciertos del pasado. Ahora no juega el Barça del último año, ni la camiseta es la misma, ni las ambiciones son parecidas a las que hicieron al exBarça el mejor equipo de Europa, o casi.

Viví este momento triste, o por lo menos peligroso, del Barcelona como si me vinieran los peores tiempos de mis miedos barcelonistas, desde aquella tarde de Berna, cuando nos venció el Benfica, a las sucesivas malandanzas de las distintas formaciones azulgranas. Ahora quizá estamos sufriendo como siempre, pero vivíamos en un espejismo del que ahora, rebuscando en lo que pasa, tan solo se salva, y no siempre, Lamine Yamal.

La sensación que tengo es, como barcelonista, que el Barça ya no entrena con alegría, y así sale al campo vestido como para que el partido se juegue solo. De vez en cuando, y eso fue lo que pasó anoche, los futbolistas se dan cuenta del peligro que corre su formación, y entonces regresan a la cancha como si hubieran sido insomnes hallados fuera de sus demarcaciones, quizá viviendo su siesta en el vestuario. Sentí, de todos modos, que aquel Lamine que salvó al equipo al menos dos veces en el partido mantiene la alegría de pedir la pelota y de colocarla, cuando pudo, cerca de las voluntades del pasado.

Fue Lamine, en cualquier caso, el que levantó a veces la moral, y propició la sensación de que el fútbol no estuviera ausente de un equipo que dejó que el otro, el Brujas, se regalara jugadas que a mí me parecieron que eran propias del Barça del año pasado.

A estas alturas es inevitable pensar que Raphinha y Pedri han sido lesionados por la historia para que el equipo tome conciencia de sus fallos y para que el entrenador y los que miran desde el palco se den cuenta de que así el Barça es como cualquier equipo. Y cualquier equipo no es el Barça.

Este Barça que no es ha de levantarse de donde respira para mostrar que sus fallas de este momento son tan solo un modo de siesta que, si así sigue, nos dará este año más sustos y menos alegrías.

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