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Doctor Peña y Mr Szczesny, por Jordi Puntí
Pasan las horas y no me olvido del apellido del portero del Atalanta: Carnesecchi. Ya sé que el nombre no hace la cosa, pero no puedo evitar pensar que esa sequedad era el origen del juego árido, denso, insistente y sofocante que hizo su equipo frente al Barça. ¿Me lo parece a mí, o la mayoría de porteros tienen nombres extraños,…


Pasan las horas y no me olvido del apellido del portero del Atalanta: Carnesecchi. Ya sé que el nombre no hace la cosa, pero no puedo evitar pensar que esa sequedad era el origen del juego árido, denso, insistente y sofocante que hizo su equipo frente al Barça. ¿Me lo parece a mí, o la mayoría de porteros tienen nombres extraños, como si así pudieran proyectar el carácter único que tienen dentro del campo? Lo digo también por Szczesny: en estos momentos media Catalunya todavía intenta pronunciar su nombre correctamente, y es como si esa acumulación de consonantes desdibujara también su juego, como si fuéramos incapaces de decidir si nos gusta o nos hace sufrir su forma de defender la portería.
Puede que nos acabemos acostumbrando, pero de momento todavía veo a Szczesny como un elemento disruptor en el juego del Barça. Durante todo el partido los aficionados estamos pendientes de su actuación, que es exactamente lo que nos ocurría al principio con Iñaki Peña, cuando sustituyó al lesionado Ter Stegen y en cada jugada debía ganarse nuestra confianza. Por eso cuesta entender que, cuando finalmente Peña había mejorado en el juego con los pies y la anticipación ante los rivales que rompen el fuera del juego, Hansi Flick haya decidido darle la portería a Szczesny.
El cielo y el infierno
Desde sus 34 años, de vuelta de la jubilación, el polaco aporta experiencia y personalidad —en palabras de Flick—, pero a su vez resulta más complicada la comunicación con sus defensas, que con Peña era más fluida por la lengua. Por lo que hemos visto hasta ahora, Szczesny está entre la seguridad algo arrogante del último Víctor Valdés, pongamos, y la alegría de un portero veterano en una pachanga entre amigos.
Hablando de su novela ‘El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde’, Stevenson decía que todos los humanos llevamos dentro el cielo y el infierno, y yo me pregunto si Flick prefiere a Szczesny porque en un equipo como el Barça, que a ratos parece que juegue a evitar el desorden, debe haber alguien que haga de contrapunto anárquico. Quizás sus atisbos de descontrol —como una dosis de virus que acaba siendo antivirus— harán que los defensas estén más atentos.