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China, preparada para la batallaconTrump

Apenas tres días antes de tomar posesión descolgó Donald Trump el teléfono a Xi Jinping. No habían hablado desde 2021, ya con las relaciones enturbiadas por una pandemia que le costó la reelección a Trump y de la que culpaba a China para enmascarar su inepta gestión. A Trump y Xi nunca les faltó química, al menos de eso se ha…

Santo Domingo - Publicado hace

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Apenas tres días antes de tomar posesión descolgó Donald Trump el teléfono a Xi Jinping. No habían hablado desde 2021, ya con las relaciones enturbiadas por una pandemia que le costó la reelección a Trump y de la que culpaba a China para enmascarar su inepta gestión. A Trump y Xi nunca les faltó química, al menos de eso se ha jactado el primero. Han hablado sobre TikTok, comercio, fentanilo y Taiwán durante una llamada “muy positiva para China y Estados Unidos”, reveló el inminente presidente en sus redes sociales. “Espero que podremos resolver muchos problemas juntos de inmediato. El presidente Xi y yo haremos todo lo posible para hacer el mundo más pacífico y seguro”, concluyó.

No le escasearán los asuntos geopolíticos pendientes en su primer día en la oficina pero ninguno más complejo que la relación con la otra superpotencia. Xi ya aclaró a Joe Biden en su última reunión las líneas rojas que Washington debe respetar para mantenerla saludable. Taiwán es la prioritaria y no parece que Trump vaya a pisar más callos que su predecesor. Fue durante el mandato del demócrata cuando la visita a Taipei de Nancy Pelosi, expresidenta de la Cámara de Representantes, arruinó la sintonía. Trump ve el apoyo a la isla con una perspectiva más fenicia que solidaria: Estados Unidos, aclaró, debería operar como una aseguradora que cobra por una hipotética invasión. Sus simpatías hacia Taiwán, una isla extremadamente lejana, nunca han sobrado. A ella la culpa de haberle robado a Estados Unidos su industria de semiconductores por razones que no ha concretado.

Otra línea roja es el inalienable derecho al progreso y desarrollo del pueblo chino. Pekín subraya las contradicciones de los últimos presidentes estadounidenses: con tanta tenacidad niegan que intenten frenarlo como gravan con aranceles sus exportaciones, vetan los productos tecnológicos y refuerzan las organizaciones militares en su patio trasero. Pekín piensa que es extremadamente cínico que Michael Waltz, consejero de seguridad de Trump, acuse al Partido Comunista de plantear una guerra fría cuando sólo recibe con confuciana paciencia las bofetadas. China ha insistido en el progreso común en un mundo suficientemente grande para ambos pero el conflicto parece inevitable porque engrandecer América de nuevo pasa ineludiblemente, según la doctrina imperante en Washington, por empequeñecer a China.

Preparada para la batalla

La abundancia de halcones recalcitrantes en el gabinete de Trump, algunos sancionados por Pekín, asegura una batalla para la que China se ha preparado en los últimos meses. Ha fortalecido los contrapesos a la arquitectura hegemónica como los BRICS, que la semana pasada dio la bienvenida a Indonesia, y la Organización de Cooperación de Shanghái. Ha diversificado sus rutas comerciales y potenciado mercados como el sudeste asiático o Latinoamérica frente al proteccionismo trumpista, al mismo tiempo que aceleraba el autoconsumo y la autosuficiencia tecnológica. No es casual que, tras años intensos, haya mitigado sus discordias con Japón e India. El Ejército chino concluyó el año mostrando sus cazas de sexta generación y desplegando alrededor de Taiwán un número récord de barcos de guerra.

Asume Pekín que la hostilidad estadounidense ya está solidificada, da igual si mandan republicanos o demócratas, y urge abrocharse el cinturón. Con Trump esperan turbulencias comerciales, con otra inminente guerra de aranceles asegurada. “China se ha preparado para ella, aunque es seguro que también sufrirá. Será interesante ver si finalmente acentúa el foco en el mercado doméstico o simplemente produce más bienes para exportar, Y, desde luego, contratacará con prohibiciones (aunque no las llamará así) en minerales raros y otros en los que tiene un monopolio virtual”, asegura Stanley Rosen, profesor de Ciencia Política en el Instituto Estados Unidos-China de la Universidad de Carolina del Sur.

Oportunidades geopolíticas

Pero también esperan oportunidades geopolíticas. Ya se erigió Pekín en el anterior mandato de Trump en el paladín global del librecomercio y la lucha medioambiental y es seguro que el regreso de sus heterodoxas políticas dejarán un hueco que estará encantada de cubrir. Los nacionalistas chinos hablan de Trump en las redes como el camarada Chuan Jianguo, aludiendo a que hará fuerte el país de nuevo. A China.

No hay presidente bueno para China pero Trump parece el menos malo. Una mayoría de empresarios chinos piensa que las relaciones bilaterales mejorarán con Trump, según una encuesta reciente. El mundo vive agitado su regreso mientras desde China sólo hay silencio. Juzga que le son ajenos Groenlandia, el Canal de Panamá y Canadá y que más vale reservar las fuerzas para la batalla que, tarde o temprano, le planteará Trump.

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