El Mundo
Auschwitz: la envalentonada extrema derecha alemana y austriaca ningunea el horror del campo de exterminio nazi
El 27 de enero se cumplen 80 años de la liberación de Auschwitz. Ese día entraron en el que fue el mayor campo de exterminio nazi, en la Polonia ocupada, los soldados del Ejército Rojo. Llevó décadas investigar y sacar a la luz un horror indescriptible. Por la vía aproximativa de las cifras se plasma en más de un millón de…


Albrecht Weinberg
99 años. Superviviente de Auschwitz
Albrecht Weinberg, superviviente del campo de exterminio nazi de Auschwitz. GEMMA CASADEVALL
Albrecht Weinberg, superviviente del campo de exterminio nazi de Auschwitz. GEMMA CASADEVALL
“Mientras me quede un hilo de voz vendré a contar mi historia a los niños de hoy. Cada vez somos menos los que podemos hacerlo”, explica a EL PERIÓDICO Albrecht Weinberg, superviviente de la maquinaria mortal industrializada que fue Auschwitz. Casi ciego, bastante sordo y a punto de cumplir los 100 años, el próximo marzo, este hombre menudo no tiene este día ante sí a alumnos de Leer, una ciudad de Frisia Oriental (norte de Alemania), sino a un grupo de corresponsales extranjeros llegados de Berlín. Les recibe en su antigua escuela judía. Ahí se exponen también fotos de su familia, libros y la Estrella de David que los nazis les obligaron a coserse a sus ropas antes de arrancarles de su casa para deportarlos primero a Berlín, luego al campo de Theresienstadt y finalmente a Auschwitz. Le usaron como mano de obra esclava y sobrevivió así Auschwitz, como sus hermanos, Dieter y Friedel. Nunca más vio a sus padres.
“Nos trataron como animales; me quitaron hasta el nombre”
“Éramos una familia normal, pero empezamos a notar cambios en el trato de nuestros vecinos en 1936. Ya no podía ir a la misma escuela que los católicos. Tras la Noche de los Cristales Rotos (los primeros pogromos nazis de 1938) todo se precipitó. Nos desposeyeron de todo, nos deportaron. Éramos apátridas, nos quitaron hasta la nacionalidad alemana“, relata, sin dramatismos, consciente de que su biografía es una entre el millón largo de judíos que fueron a parar a Auschwitz, pero con la diferencia de que él vivió para contarlo.
Albrecht Weinberg muestra su número de identificación tatuado en su piel por el ejercito nazi. GEMMA CASADEVALL
Albrecht Weinberg muestra su número de identificación tatuado en su piel por el ejercito nazi. GEMMA CASADEVALL
“No todos eran criminales. Había gente corriente”, dice, refiriéndose a los soldados nazis o sus funcionarios. Pero trataban “como animales, porque eso puede ser el hombre”, a mujeres, niños y adolescentes. Sobrevivió, emigró con su hermana Friedel a Estados Unidos y no regresó a su país natal hasta los 80, por invitación de la ciudad de Leer. Lo hizo por razones de subsistencia, con su hermana gravemente enferma y sin recursos económicos. Nunca se casó, no quería “traer a más judíos al mundo”.
Recuerdos y fotografías de Albrecht Weinberg, superviviente del campo de exterminio de Auschwitz. GEMMA CASADEVALL
Recuerdos y fotografías de Albrecht Weinberg, superviviente del campo de exterminio de Auschwitz. GEMMA CASADEVALL
Rehizo su existencia en Leer junto a Gerda Dänekas, su cuidadora, amiga y “compañera de convivencia”, 20 años más joven. A ella le corresponde rellenar los huecos en el relato de Weinberg, cuando le falla la memoria o el oído. Termina el superviviente su relato mostrando el número que sigue tatuado en su brazo: 116.927. “Me quitaron hasta mi nombre, para ellos solo era un número”. El nombre lo recuperó, pero desistió de buscar la restitución de su nacionalidad de origen, ante los lastres impuestos por la burocracia “típicamente alemana”, según Dänekas.