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Alice Weidel: así es la líder del partido de extrema derecha AfD
Nada en Alice Weidel la predestinaba a ser la líder que la ultraderecha de Alemania necesitaba para lograr su máximo triunfo. De apariencia fría, salvo cuando se enciende en sus mítines para relacionar a los refugiados con perpetradores de violaciones múltiples, esta mujer de 46 años lleva una existencia poco acorde con los dictados ultras. Vive en pareja con una productora…

Nada en Alice Weidel la predestinaba a ser la líder que la ultraderecha de Alemania necesitaba para lograr su máximo triunfo. De apariencia fría, salvo cuando se enciende en sus mítines para relacionar a los refugiados con perpetradores de violaciones múltiples, esta mujer de 46 años lleva una existencia poco acorde con los dictados ultras. Vive en pareja con una productora de cine de origen asiático y juntas tienen dos hijos en común. Suele aludir a este aspecto privado en sus mítines, pero para referirse a los peligros a los que se expone una familia como la suya en un contexto de “asesinos yihadistas apuñaladores” que, a su parecer, se filtró con la “invasión descontrolada de migrantes” atraídos por política de acogida de Angela Merkel.
Sin embargo, ha disparado a Alternativa para Alemania (AfD), su partido, a su mejor resultado, rondando el 20 %. Un hito para un partido proscrito para el resto del espectro parlamentario alemán o incluso temido, por su extremismo, por parte del derecha populista europea.
En sus anuncios de campaña, se la ve andando entre cumbres nevadas que recuerdan el refugio invernal bávaro de Adolf Hitler, en Obersalzberg. Esa escena sí cuadra con el imaginario de Alternativa para Alemania (AfD), el partido que, como preveían los sondeos, se convertió en segunda fuerza en las elecciones generales de este domingo.
La AfD, que hasta poco denegaba el acceso a sus actos a corresponsales extranjeros, se ha abierto en esta campaña a la presencia de medios potencialmente adversos, pero atraídos por el impacto mediático de una líder en cuya biografía confluyen datos antipódicos. Weidel se comporta ahí como una mujer bien preparada, como recordando que fue analista financiera de Goldman Sachs o ejerció profesionalmente en China. Si las preguntas son demasiado incisivas, surge en ella un Mr. Hyde similar al de sus mítines incendiarios.
Es capaz de asegurar en un chat con Elon Musk que Hitler fue izquierdista, pese a que el Tercer Reich confinó en campos de concentración o forzó al exilio a comunistas y socialistas. Pero enrojece cuando se le recuerda esa tergiversación histórica en medios alemanes.
Tampoco cuadra con su ideario que se haga llamar patriota alguien que mantiene una segunda residencia en Suiza, lo que atribuye a que ahí vive su mujer. Desde 2021 comparte la presidencia de la AfD con Tino Chrupalla, de profesión chapista de automóviles. Y saca partido incluso de la comparación entre este hombre sencillo crecido en el este frente a su perfil de profesional crecida en junglas financieras internacionales.
Ideal ario
En lo físico sí responde plenamente al ideal ario. Rubia, ojos azules, esbelta y con una piel impoluta, con su inseparable collar de perlas o con su jersey blanco de cuello largo que resalta aún más su aspecto ario.
Empezó en 2017 a escalar posiciones. Por entonces su partido llevaba cuatro años en activo como formación euroescéptica. En 2015 viró este mensaje hacia la xenofobia con la crisis migratoria. La recompensa vino dos años después, cuando la AfD ingresó en el Bundestag, por primera vez en partido de su espectro. Compartió la jefatura del grupo parlamentario con el fundador de la AfD, Alexander Gauland, de quien resuena aún la frase de que el nazismo fue apenas “una cagadita de pájaro” en la gloriosa historia alemana.
Mientras otras ultraderechas buscaban el camino de la moderación para facilitar su aceptación en tareas de gobierno, la AfD ha avanzado hacia un extremismo que la aísla incluso entre el radicalismo europeo.
Hoy por hoy, la única figura capaz de hacerle sombra entre los suyos es el líder de la AfD en el ‘land’ de Turingia, Björn Höcke, tanto o más radical que Weidel. Ni siquiera las sospechas de financiación irregular han perjudicado su ascenso. Como lamenta la presidenta del Bundestag saliente, la socialdemócrata Bärbel Bas, toda amonestación a Weidel es, para su electorado, un motivo más para respaldarla.
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