Frenkie de Jong charla con Flick. / Efe / Alejandro García
Revisando las acepciones de la RAE para la palabra “alarmante” , vemos que además del tópico: “Dicho de aquello que tiene la capacidad de alarmar”, ésta te sugiere como vocablos sinónimos y paralelos: Inquietante, preocupante, perturbador, angustioso…
Trasladado a la actualidad, no busquen relación ni vínculo alguno con el presente del primer equipo aun habiendo tropezado de forma consecutiva en Donosti y Vigo. No, no voy por ahí… Competir tiene estas cosas, puedes mantener y mostrar el mejor de tus perfiles, resultar adecuado en juego y ejemplar en sacrificio y pundonor contando tus encuentros por victorias, y en un momento dado, por detalles, descuidos, extrañas decisiones arbitrales o simplemente, por un bajón puntual en la concentración, caer en dos desplazamientos exigentes donde no has estado del todo fino.
No es un momento alarmante, puede pasar, pero cuentan que Flick , por primera vez, mostró de manera inequívoca y enérgica su enojo tras el partido del sábado. ¿Qué le cabreó tanto? La explicación es sencilla: No fue por perder puntos, qué va, lo hizo por perderlos en pocas horas tropezando en una piedra detectada, estudiada y comentada , y tras haber explicado a los chicos, con detalle, cómo evitarla y sortearla para que tal cosa no vuelva a suceder. Y sucedió.
El nivel de Frenkie
Y en el frenazo, que lo es, yo sí destaco un hecho que considero alarmante, inquietante, preocupante, perturbador y angustioso, y es el bajo nivel de juego, intensidad y papel que ofrece hoy Frenkie de Jong al equipo. Si ponen la secuencia del segundo gol del Celta y siguen con atención los movimientos del centrocampista, entenderán lo que al alemán le hizo perder la paciencia hasta estallar.
¡Ojo! Frenkie no es ni el único culpable, ni el único desconectado en el momento crucial del partido, pero por talento, capacidad, experiencia y potencial, representó exactamente lo que no nos podemos permitir si queremos seguir ganando y soñando. Volvamos a ser un todo. Un equipo, al final, es como una gran telaraña, si mueves un hilo, toda la construcción se tambalea.
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